La utilización neoliberal del progresismo
por Federico Bernal
La presente avanzada neoliberal sólo puede contenerse y rechazarse con la profundización del actual modelo productivista y redistributivo, al margen de sus contradicciones y defectos, y más allá de los errores cometidos y por cometer. Una profundización que además y paralelamente aseste fuertes golpes a los pilares económicos de la oligarquía argentina, o dicho en otras palabras, que prosiga y acelere la reestatización de la renta agraria.
No obstante y a pesar de la inobjetable aglutinación neoliberal en un único y mismo frente opositor, parecería que la estrategia de profundización del modelo vigente –imperfecto, improvisado y muchas veces contradictorio– no es compartida por ciertos partidos y mentalidades “progresistas” del país. Su estrategia pasa más bien por un enfrentamiento permanente con el Gobierno nacional, olvidando que si este último pierde las elecciones legislativas (como las presidenciales del 2011), no asumirán ellos –ese bloque autodenominado “Espacio Progresista Nacional y Popular” (EsPro)– sino el más recalcitrante neoliberalismo made in Argentina.
En efecto, EsPro lleva en su seno a un cúmulo heterogéneo de nacionalistas mineros-petroleros que confunden la cuestión nacional en la Argentina con la boliviana, la venezolana e inclusive la iraní; de intelectuales devenidos en ultra-ecologistas, antisojeros-prooleaginosa, sanmartinianos-sociedadruralistas y federales-urquicistas, entre otros híbridos y aberraciones político-ideológicas. Su defección del Frente para la Victoria es argumentada desde la moral pequeñoburguesa tradicional, desde los arrebatos de la izquierda aventurera e infantil y del progresismo metropolitano divorciado del “ser nacional sudamericano”. A propósito, Jorge Spilimbergo recuerda que durante la guerra de secesión estadounidense, la burguesía británica (prosureña) bajo “una política muy concreta y harto conocida en nuestra época, pretendía aislar al norte de las clases populares británicas…”, clases que pudieran sentirse atraídas por los vientos de cambio sociales, económicos e industriales emanados desde los Estados de la Unión.
Entre otras manifestaciones, los medios de prensa británicos alegaban que “el norte no proclama la abolición; jamás ha pretendido luchar por el antiesclavismo”. Dichas expresiones merecieron a Marx la siguiente e irónica réplica: “Parece que los puritanos ingleses no se sentirán contentos sino con una guerra antiabolicionista definida” (Jorge E. Spilimbergo, La cuestión nacional en Marx, pág. 102). Como la abolición no era la principal consigna norteña contra el Sur esclavista, entonces la Unión no merecía el apoyo de la opinión progresista.
En la Argentina del 2009, usufructuando las consignas nacionales, morales y ecologistas de EsPro, los medios y voceros del neoliberalismo intentan aislar del kirchnerismo al ala progresista de la opinión pública. El mensaje: “Si no hay abolición lisa y llana de la tala indiscriminada de bosques, si no hay total protección a los glaciares, si no se verifica una nacionalización completa de los hidrocarburos y la minería, todo en un contexto de destrucción del PJ, el Gobierno no es progresista, mucho menos nacional. El kirchnerismo nada ha cambiado en relación con los ’90 y por tanto debe considerárselo enemigo”.
Para la gran prensa, la difusión de quienes buscan nacionalizar el petróleo y la minería, es un mal menor frente al daño que le inflige al Gobierno ser golpeado por izquierda. Ello permite entender, por ejemplo, por qué el canal Todo Noticias le dedicó unas semanas atrás un programa entero a la posición minera de Proyecto Sur. Y es que esta temática reemplazó a la energía como principal caballito de batalla de Solanas, anterior y obsoleto emblema opositor al comprobarse más y mayores divergencias entre el actual modelo energético y el neoliberal.
Permite entender asimismo, el nivel de confusión de EsPro cada vez que aflora el eterno enemigo del pueblo argentino: horas antes del “voto no positivo”, este autor debatía en Canal 7 con el líder de Proyecto Sur quien, a pesar de observar a la Sociedad Rural amenazando con una revuelta civil en caso de aprobarse la resolución 125, no hacía más que alertar al televidente de los horrores de la política minera del gobierno de turno.
Nos vemos.
Fuente: Buenos Aires Económico
No obstante y a pesar de la inobjetable aglutinación neoliberal en un único y mismo frente opositor, parecería que la estrategia de profundización del modelo vigente –imperfecto, improvisado y muchas veces contradictorio– no es compartida por ciertos partidos y mentalidades “progresistas” del país. Su estrategia pasa más bien por un enfrentamiento permanente con el Gobierno nacional, olvidando que si este último pierde las elecciones legislativas (como las presidenciales del 2011), no asumirán ellos –ese bloque autodenominado “Espacio Progresista Nacional y Popular” (EsPro)– sino el más recalcitrante neoliberalismo made in Argentina.
En efecto, EsPro lleva en su seno a un cúmulo heterogéneo de nacionalistas mineros-petroleros que confunden la cuestión nacional en la Argentina con la boliviana, la venezolana e inclusive la iraní; de intelectuales devenidos en ultra-ecologistas, antisojeros-prooleaginosa, sanmartinianos-sociedadruralistas y federales-urquicistas, entre otros híbridos y aberraciones político-ideológicas. Su defección del Frente para la Victoria es argumentada desde la moral pequeñoburguesa tradicional, desde los arrebatos de la izquierda aventurera e infantil y del progresismo metropolitano divorciado del “ser nacional sudamericano”. A propósito, Jorge Spilimbergo recuerda que durante la guerra de secesión estadounidense, la burguesía británica (prosureña) bajo “una política muy concreta y harto conocida en nuestra época, pretendía aislar al norte de las clases populares británicas…”, clases que pudieran sentirse atraídas por los vientos de cambio sociales, económicos e industriales emanados desde los Estados de la Unión.
Entre otras manifestaciones, los medios de prensa británicos alegaban que “el norte no proclama la abolición; jamás ha pretendido luchar por el antiesclavismo”. Dichas expresiones merecieron a Marx la siguiente e irónica réplica: “Parece que los puritanos ingleses no se sentirán contentos sino con una guerra antiabolicionista definida” (Jorge E. Spilimbergo, La cuestión nacional en Marx, pág. 102). Como la abolición no era la principal consigna norteña contra el Sur esclavista, entonces la Unión no merecía el apoyo de la opinión progresista.
En la Argentina del 2009, usufructuando las consignas nacionales, morales y ecologistas de EsPro, los medios y voceros del neoliberalismo intentan aislar del kirchnerismo al ala progresista de la opinión pública. El mensaje: “Si no hay abolición lisa y llana de la tala indiscriminada de bosques, si no hay total protección a los glaciares, si no se verifica una nacionalización completa de los hidrocarburos y la minería, todo en un contexto de destrucción del PJ, el Gobierno no es progresista, mucho menos nacional. El kirchnerismo nada ha cambiado en relación con los ’90 y por tanto debe considerárselo enemigo”.
Para la gran prensa, la difusión de quienes buscan nacionalizar el petróleo y la minería, es un mal menor frente al daño que le inflige al Gobierno ser golpeado por izquierda. Ello permite entender, por ejemplo, por qué el canal Todo Noticias le dedicó unas semanas atrás un programa entero a la posición minera de Proyecto Sur. Y es que esta temática reemplazó a la energía como principal caballito de batalla de Solanas, anterior y obsoleto emblema opositor al comprobarse más y mayores divergencias entre el actual modelo energético y el neoliberal.
Permite entender asimismo, el nivel de confusión de EsPro cada vez que aflora el eterno enemigo del pueblo argentino: horas antes del “voto no positivo”, este autor debatía en Canal 7 con el líder de Proyecto Sur quien, a pesar de observar a la Sociedad Rural amenazando con una revuelta civil en caso de aprobarse la resolución 125, no hacía más que alertar al televidente de los horrores de la política minera del gobierno de turno.
Nos vemos.
Fuente: Buenos Aires Económico
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