La rosca de los caños de Rocca

por Eduardo Anguita

Techint es una empresa italoargentina con sede en Luxemburgo. Eso, en estos días, quedó bastante claro. La intención de presentarse ante el gran público como una compañía argentina que debe ser defendida por el Gobierno de este país quedó en claro; salvo, por supuesto, para aquellos que prefieren leer los medios con tanto poder corporativo como la empresa de Paolo Rocca. Un poder que les permitió, por décadas, lograr que ninguna figura central de la política argentina dijera verdades sobre los procedimientos de Techint. Ayer, Néstor Kirchner habló sin vueltas: “Hay que tener memoria, mucha memoria, para no volver hacia atrás”, y se refirió a Techint como “nuestros circunstanciales adversarios”, que son “las mismas caras que vivieron la fiesta de los 90 donde los primeros que pagaban la crisis eran los trabajadores”. Lo hizo en una asamblea de obreros metalúrgicos en el Racing Club de Avellaneda, un distrito que fue cuna de esa rama industrial.

De inmediato, la versión digital de Clarín tituló que Techint salía a responderle “de forma contundente” a Kirchner. Vale aclarar: en la Asociación de Empresarios de Argentina la dupla Techint-Clarín tiene la presidencia y la vice para sus primeras figuras, Paolo Rocca y Héctor Magnetto. El comunicado empresario refiere a la “difícil situación del mercado argentino –caída de más del 50%–, y las significativas pérdidas de $388 millones en el último trimestre de 2008 y de 337 millones en el primer trimestre de 2009”. Esos fundamentos empresarios llevaron a la temeraria decisión de la asamblea de accionistas de NO –así, con mayúsculas– distribuir dividendos. Esa asamblea se llevó a cabo en abril, antes del acuerdo del presidente venezolano Hugo Chávez con Rocca de pagar una suma extraordinaria (casi u$s2.000 millones) por Sidor.

Jorge García Orgales, argentino radicado en Toronto, Canadá, es el coordinador del Comité Mundial de Trabajadores de Tenaris, otra de las empresas de Rocca. Una distracción literaria para tratar de interpretar conductas: este empresario debería leer a Fernando Pessoa, el escritor portugués que se ganaba la vida como traductor pero que escribía poesía y prosa con distintos estilos y ¡distintos nombres! Sus heterónimos eran tan sutiles que hacían críticas literarias entre sí. Es decir, Pessoa desafió el criterio de identidad lineal, pero con el propósito de indagar la condición humana.

García Orgales cuenta que ese comité compró acciones para poder participar de la reunión hecha hace dos días en Luxemburgo. Si Rosa Luxemburgo pudiera ver la escena se asombraría de la delicadeza obrera: no una huelga, sino una simple compra de acciones para poder ser escuchados por los accionistas, con el objeto de que “reconozcan su existencia e inicien un diálogo internacional con los representantes de sus trabajadores”. Pero “no fue posible”.
Recuerda que en octubre de 2007 el comité envió la primera carta a Tenaris para pedir su reconocimiento. “Nunca tuvimos respuesta”. Un año después, tras una reunión en Calgary, Canadá, “enviamos una segunda carta a Paolo Rocca. Señalamos, primero, que una crisis estaba en el horizonte y que los trabajadores no deberían pagarla, y, segundo, pedimos nuevamente el reconocimiento del comité. Pero Tenaris no estaba interesado en ningún comité mundial”. En enero de 2009, “y ante la decisión de la empresa de transferir la crisis a sus trabajadores en todos los países en donde opera, enviamos una nueva carta. Nunca tuvimos respuesta”. Fue así que buscaron hablar con los accionistas. “Cuando nuestros agentes contactaron con Tenaris en Luxemburgo les recomendaron no perder el tiempo. Allí nos dijeron que como las acciones estaban a nombre del sindicato, el individuo que fuera a participar en la reunión debía presentar un poder de la institución”. Pero luego Tenaris “consideró no válido el poder”.

García Orgales reflexiona: “Estas empresas multinacionales tienen operaciones en muchos países, cotizan sus acciones en múltiples Bolsas, utilizan la liberación del mercado internacional hasta que llega el momento de hablar con sus trabajadores con los que, contrario a la lógica expresada anteriormente, descubren que es mejor hacerlo localmente. Sabemos que debemos continuar con nuestro esfuerzo utilizando todas las oportunidades posibles, para obligar a Tenaris a sentarse con el comité a negociar un acuerdo marco internacional”.

Una consideración de quien escribe este artículo: la dureza de Rocca es proporcional a la flaccidez de los políticos y gobernantes que precedieron al gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. O, en todo caso, Techint pensó que la buena relación que cultivó en los años precedentes a este incidente era similar a la trama corrupta que mantuvo con los gobiernos precedentes en la que, finalmente, todo se arregla por fuera de lo que dicen las licitaciones y los contratos. Si, por un día, tuviera el talento de Pessoa, un heterónimo mío le escribiría una carta a Rocca preguntándole: ¿Por qué, si el balance de Tenaris fue tan malo como usted dice, esa firma no le pidió plata prestada a Ternium, a Sidor o a cualquiera de los otros nombres de fantasía –dicho en el mejor sentido de la imaginación– de sus tantas empresas?

Nos vemos


Buenos Aires Económico

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