Todo un dato. Todo un mensaje. Todo un lenguaje. Todo un acto.

Las noticias de la semana que pasó dejan a muchos sin palabras, sin mecanismo de razonamiento alguno. Algunas, como el ataque al ex-futbolista Caceres, genera un sentimiento de hartazgo, porque cuando un lee sobre la bonaerense o la federal , como la letra del tango lo mira sin comprender. El escándalo de espionaje que involucra al gobierno porteño acaba de incorporar un elemento inquietante. Ciro Gerardo James, el ex agente de la Policía Federal acusado de haber intervenido los teléfonos del dirigente judío Sergio Burstein y del empresario Carlos Ávila, también posó su oído en otros teléfonos sensibles. Entre ellos, el de un familiar directo de Mauricio Macri, jefe de la comuna. Y autoridad máxima de la administración que contrató los servicios del espía indiscreto. La noticia de las escuchas telefónica en el clan Macri, rememoran la serie Disnatía. Cual Don Corleone, el intendente porteño quiere trasmitir una imágen impoluta, cuando debajo de la alfombra, hay de todo. Cualquier arge...