El costo de oportunidad
Desde finales del año pasado cuando por el decreto 2.010/09 se había conformado el Fondo del Bicentenario para el Desendeudamiento y la Estabilidad, se han venido desarrollando diversos debates (más de forma que de fondo) acerca de dicha creación.
En efecto: su conformación ha servido como disparador para el debate sobre la sustentabilidad de la deuda pública argentina y los mecanismos de política económica eficientes para su manejo. La política de endeudamiento de la Argentina ha sido una constante desde mediados de la década del ’70 a partir de los gobiernos de facto, incrementándose exponencialmente en la década del ’90 hasta llegar al default del 2001.
Tanto el freno al financiamiento generado por el default como el canje de deuda realizado en el 2005, sumado al fuerte crecimiento experimentado desde el 2003 en adelante, condujeron a que la relación deuda/PBI haya disminuido considerablemente desde un 166% en el 2002 hasta un 49% actualmente (19% si se considera sólo deuda externa).
La Argentina ha logrado obtener superávits a nivel externo y fiscal simultáneamente por primera vez en más de medio siglo, en el marco de un proceso de crecimiento sostenido con creación de empleo y creciente inclusión social, y en un contexto internacional fuertemente azotado por una de las peores crisis de la historia.
Además de los esfuerzos para generar superávits primarios perdurables en el tiempo son necesarios aportes sustantivos de otras fuentes, como el exceso de reservas internacionales, para procurar reducir el stock de deuda, mejorar el perfil de vencimientos, y abaratar el costo financiero. Es por ello que el mantenimiento de una política de desendeudamiento permitirá obtener financiamiento a menores tasas, pudiendo garantizar el sostén de la inversión pública y privada, que resulta esencial para mantener un crecimiento sostenible a largo plazo.
La consolidación de un modelo basado en la producción necesita indefectiblemente de tasas bajas de interés, que permitan que haya un bajo costo de oportunidad a la hora de evaluar proyectos de inversión y que garantice el acceso al crédito con destino a la producción.
La fuerte acumulación de reservas internacionales que se ha ido consolidando a partir del 2003, ha permitido asegurar una previsibilidad cambiaria como también el pago de deuda a organismos internacionales. Sin embargo, no es menor el costo de oportunidad asociado al mantenimiento y acrecentamiento de las reservas internacionales, puesto que ellas en general son invertidas en el exterior con rendimientos muy bajos, mientras que las tasas a las cuales el mercado financia al Estado si bien han bajado, continúan en altos valores superiores al 10 por ciento.
Es por ello que los hacedores de la política económica han visto la oportunidad de bajar aún más el costo de financiamiento para el Estado a valores de un dígito (6-7%) a partir de la utilización de reservas excedentes, no comprometiendo de tal forma el aval a la base monetaria .
El 1º de marzo del corriente año la presidenta Cristina Fernández derogó el decreto que conformaba el Fondo del Bicentenario y lo reemplazó por dos decretos. El primero de ellos es un decreto simple que dispone el uso de u$s 2.187 millones para el pago a los organismos de crédito internacionales (Banco Mundial y el BID). El segundo es un decreto de necesidad y urgencia (DNU) que crea el Fondo de Desendeudamiento Argentino y afectaría u$s 4.382 millones de las reservas para cancelar vencimientos de este año con acreedores privados y que sería supervisado por una comisión bicameral parlamentaria.
Las reservas internacionales se quintuplicaron entre comienzos del 2003 y diciembre del 2009, pasando de 8.245 millones a 47.539 millones de dólares, aun a pesar de haber pagado con ellas u$s 9.530 millones al Fondo Monetario Internacional a comienzos del 2006. En este mismo período, en porcentaje del PBI las reservas pasaron de 9,5 a alrededor de 16,4%, siendo el rendimiento anual promedio del orden del 3% en dólares, el cual ha experimentado una sensible baja desde el 2007, llegando en la actualidad a menos del 0,5% anual.
El razonamiento matemático detrás de esta iniciativa es muy sencillo: ¿por qué seguir pagando tasas de interés de dos dígitos para financiarse cuando el país ha podido acumular reservas excedentes por las que hoy recibe sólo un 0,5% de interés?
Las reservas son de todos los argentinos, así como también las deudas. La acumulación de reservas es importante, siempre y cuando se busque un punto de equilibrio donde el excedente pueda servir para obtener beneficios para el mercado interno. El retorno de la Argentina a los mercados de crédito internacionales es indispensable para poder continuar con una mayor sustentabilidad en la política de industrialización iniciada con este nuevo modelo.
Nos vemos,
Sobre textos de Cinthia Feldman y Pablo Moreno
Comentarios
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muy buena la nota
slds
claudia