Macri, con portación de apellido

Macri, con portación de apellido

Textos de Daniel Muchnik

Mauricio Macri es hijo de Franco Macri. Por lo tanto lleva consigo la carga genética, la marca del apellido y parte de las culpas por las peripecias empresariales de su padre, aunque tenga poco que ver con ellas. Factores que quizás no lo haya tenido en cuenta cuando se postuló a la Presidencia de la Nación. Si zafa su padre de todo el entrevero del Correo en el futuro aparecerán otras cuestiones ásperas y difíciles. La carrera de Franco Macri le ha permitido ganar amigos pero también enemigos importantes. La pregunta es si Mauricio sobrellevará con el mismo criterio y filosofía de las que se valió para ser presidente o las modificará.

En estos días sigue rigiendo el criterio de sus asesores que aseguran que sólo se puede gobernar con optimismo, sin tener en cuenta lo que llaman viejos criterios, actuando de una manera personal que no admite porque es cosa del pasado dividir a los grupos de derecha o de izquierda. La gente termina valiendo por lo que hace, por lo que pesa, en definitiva. Una mezcla de candidez y psicoanálisis.

Enfrente, en su carrera desde el poder tiene a los peronistas que están divididos y desorientados, por ahora. El kirchnerismo sólo es una mancha borrosa en el horizonte. A los gobernadores los viene conformando con las transferencias de fondos, abrazos, visitas y asados compartidos. Pero los que los rodean suelen equivocarse. Es imperdonable que Marcos Peña, su férrea mano derecha haya sugerido que fuera la Auditoría General de la Nación y no la Sindicatura General de la Nación la que debe ocuparse de la cuestión del Correo, dilema que arrastra su padre tras una concesión frustrada. La Auditoría rinde cuentas ante el Congreso, en los hechos depende sólo del Parlamento. No le corresponde hurgar donde no le toca hacerlo, ni le piden que lo haga.

Fue a solicitud de la Auditoria, siempre presidida por un hombre de la oposición ( según la nueva Constitución de 1994) que en los años pasados, con sus informes, la entidad logró crucificar al kirchnerismo. Alertó a tiempo sobre el estado de los trenes y luego vino la tragedia de Once, describió el estado obsoleto de los puertos, de toda la infraestructura de servicios y de un sinfín de maldades de una administración que tuvo 13 años en la Casa Rosada.

¿Pero es Franco Macri un empresario diferente a sus pares en la Argentina? No. No lo es. Y además es una cuestión antigua. Desde 1945 se consolidaron políticamente en la Argentina los actores de una historia económica plagada de desacuerdos, pujas corporativas, conductas mafiosas, intrigas palaciegas. El peronismo privilegió el mercado interno y el consumo, base de su sustento político, a diferencia del capitalismo asistido al estilo alemán o japonés, que privilegiaba el ahorro y la inversión. La insuficiencia de ahorro, y por lo tanto de recursos, fue determinante para que la industria argentina se estancara en una primera etapa de desarrollo.

El empresariado argentino presentaba una heterogeneidad única en América Latina. Si sus pares de Brasil y Chile lograron nuclearse en función de objetivos nacionales, cada sector productivo argentino pugnó por sus aspiraciones, sus negocios, aún en perjuicio de los otros. Franco Macri arribó al país por esos años.

El Estado empresario siguió siendo por muchos años el principal actor de la economía y el sostenedor final del modelo de acumulación. El déficit político y económico del Estado se tradujo en ineficiencia y la puja distributiva en procesos inflacionarios que comenzaron a ser crónicos, tanto como un sistema tributario cada vez más regresivo. La lenta agonía del Estado duró hasta su agotamiento.

Grandes empresarios no dudaron en sacar el mayor provecho del Estado. Un ejemplo : José Ber Gelbard y Manuel Madanes pudieron llevar adelante Aluar, la fábrica de aluminio porque la Fuerza Aérea proveyó una usina especial para la empresa. De lo contrario no hubiera podido ser. Un país que presenció golpe militar tras golpe militar pudo comprobar la presencia de los más altos jefes militares retirados integrando los Directorios de las grandes empresas, como si se tratara de una devolución de favores.

Franco Macri fue un empresario oportunista como lo fueron todos los que lograron sobrevivir a las crisis agobiantes en la Argentina. Como lo fue Amalia Lacroze de Fortabat, los hermanos Bulgheroni , dirigentes de la Sociedad Rural, las grandes siderurgias, celulosas, azucareras, y los dueños de numerosos bancos. Participó Franco Macri en la titularidad de bancos, fabricó autos en una alianza estratégica con compañías extranjeras que habían levantado campamento de la argentina temporariamente, pero su fuerte fue el mundo de la construcción y de la expansión en países vecinos. Y el más rentable el de las autopistas. Sus vínculos con todos los gobiernos fueron sólidos y consecuentes.

Mauricio, más allá de la presión constante del padre, dejó de interesarse por el mundo de los negocios desde comienzos de la segunda mitad de los años 90, transacciones tal como los veía desde la to rre que habitaba el progenitor. Canalizó sus ganas de vivir en el fútbol y luego se apasionó por la política, a partir de la Jefatura de la Ciudad de Buenos Aires. Ingeniero de profesión comenzó a leer sobre varios temas.

Pero parece que lo que no tuvo en cuenta o quizás subestimó fue la portación de apellido. De la cual se aferra todas las veces que puede la oposición y los mismos críticos que condenan que su gabinete sea sólo un conjunto de Directivos de Empresas privadas, sin conocimiento de los distintos rumbos del Estado.




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