D'Onofrio tiene una sola chance



El gallinero está raro, intranquilo, la frustración de ayer no se maquilla con la realidad de haber provocado tantas situaciones de gol. El sitio  Política en River entrega una reflexión brillante. Anoche yo decía mejor caer ahora para que muchos empiecen a armar sus petates, sobretodo aquellos que vinieron creyéndose los mejores solamente porque River los fue a buscar y ni siquiera sintieron la camiseta.

Este es el texto de Política en River.
River Plate ayer cayó de pie. Cayó por un error propio en el último minuto pero en el partido de ida. Decir que Independiente del Valle logró la mayor hazaña en su historia, a esta altura, es una verdad de perogrullo. Pero es un buen punto de partida para entender los problemas que son propios de un equipo que desde que volvió de Japón, luego de ganar la Copa Suruga Bank, no hace más que añorar otros tiempos.

Cuando Gallardo tomó al equipo campeón de Ramón, lo transformó en un show de buen fútbol. "El Barcelona de Latinoamérica", se escuchaba. Fue ese equipo el que se floreó ganando la Copa Sudamericana de punta a punta, con eliminación a Boca incluída, mientras le regalaba el campeonato a Racing luego de un inicio espectacular.

Luego de algunas ventas, dio pena en la fase de grupos de la Libertadores hasta que, nuevamente eliminó a Boca, y ahí cada uno en su interior sabía que ese trofeo no se escapaba. El envión anímico era arrollador.

Con la Libertadores y la Suruga en manos, lejos de armarse fuerte de cara a la Sudamericana y el Mundial de Clubes, la dirigencia optó por vender sus joyas e inmediatamente empezó la caída. Estrellarse contra los errores propios ante Huracán en semifinales (igual que en Ecuador, vale el paralelismo), penar en el campeonato local para llegar a otro mercado de pases como nos tiene acostumbrados esta dirigencia. Jugadores campeones que se van sin generarle ingresos a River, un Gallardo que le doblega la decisión de la Comisión Directiva de que no jueguen quienes no renovaron contrato y un mercado de pases que da la sorpresa para cuando la pretemporada está concluída. El desorden, la regla.

Otro semestre regalado. River ya acumula 8 meses y 22 días sin jugar dos partidos seguidos a un nivel aceptable para el paladar millonario.

Gallardo lo entiende bien y lejos de esquivarle a la crítica ayer dijo que "hay que empezar de cero", una frase de la que debería tomar nota D'Onofrio, Francescoli y todos los que regalaron jugadores. Dentro de dos partidos, Barovero y Vangioni se sumarán a la lista de jugadores que se fueron libres sin dejarle un peso al club.

"De cero" quiere decir que hay que hacer borrón y cuenta nueva. Limpiar jugadores que no sirvieron. Traer jugadores para el estilo Gallardo, no solo para tapar ahujeros que dejan los que se fueron y se irán. No hay margen de error. Solo ganar la Recopa y, sobre todo, la Copa Argentina.

Esa es la parábola. Gallardo recibió un equipo campeón, lo potenció, se lo desarmaron y, por ahora, está mirando la próxima Copa por TV. Sabe que es inadmisible. También sabe que no depende de él.

Después de dos años y medio, D'Onofrio ya no puede quejarse de una herencia que en materia de jugadores, con el diario del lunes, fue muy buena. Hoy su herencia es un River Campeón de la Libertadores afuera de la Libertadores 2018.

Tiene una sola chance, la Copa Argentina. Un solo mercado de pases, junio. D'Onofrio sabe que es hora de demostrar que está a la altura.

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