María Eugenia y la interna del PJ

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Bielsa no habla con Rossi desde el 10 de noviembre del año pasado. Con la excepción de un saludo frío y protocolar cuando el vicepresidente Amado Boudou visitó la provincia, los dos dirigentes de gran peso en el peronismo decidieron evitarse. Ella siente que fue despreciada de manera inexplicable. No se cansa de decirles a los suyos que nunca imaginó que el Chivo faltaría a su palabra cuando, tres meses atrás, le habría dicho que aspiraba a pelear con sus partidarios por la presidencia del Concejo Municipal de Rosario y que la apoyaría para que fuese la primera autoridad de la Cámara de Diputados provincial.

“Después de ese grosero incumplimiento de la palabra, no tengo nada que decirle”, sentenció Bielsa ante quien hoy intenta ser el sanador de tanta división en el partido. Del lado del jefe de la bancada del FPV, ya se dijo en estas mismas páginas, no hay voluntad de un intento de diálogo.

La distancia entre los dos se nota en el día a día. Para ejemplificar, el rossismo no asistió a la Asamblea Legislativa que nombró a la nueva responsable de la defensoría de Niñez y Adolescencia (Analía Colombo es la funcionaria con más abstenciones en la historia de las designaciones) y el bielsismo bajó a expresar sus reparos ante lo que consideró era una palmaria falta de antecedentes. Sin embargo, el encontronazo puede ser todavía más pronunciado si se cumple la advertencia preelectoral de quien fue la ciudadana más votada en toda la provincia. “María Eugenia dejó que empezase a andar el año legislativo.
Pero no descartes que en breve recuerde que nadie hizo una auditoría de la gestión socialista frente a la Cámara de Diputados como hasta el propio Luis Rubeo se había comprometido”, confiesa una de sus asesoras. “Cuando tenga algo que decir de la actual presidencia, lo va a decir. No te quepan dudas. Por ahora, todo está igual. Lo que no suena demasiado bueno”, concluye la misma fuente.

Aquí se huele a dinamita y fuego puros, capaces de hacer volar cualquier chance de encuentro.
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