Hábitat, mucho más que una casa


El concepto de hábitat ocupó, durante los últimos años, un espacio importante en la agenda oficial y académica. Jornadas y conferencias convocaron a especialistas locales y extranjeros para debatir y aportar en una materia que tiene un impacto directo sobre la vida de las personas, porque involucra las condiciones en que ésta se desarrolla.

En el gobierno provincial y en el municipio, el término se incorporó al discurso oficial pero también al organigrama de gestión: en la provincia, la Secretaría de Estado de Hábitat pasó a integrar el flamante gabinete, en tanto que, en la ciudad, obtuvo la aprobación del Concejo Municipal la creación de una agencia específica en la materia, que significará una jerarquización de la Dirección de Vivienda pero comprenderá una temática más amplia.

Este dato no es menor: ambos conceptos, hábitat y vivienda, se relacionan de manera estrecha pero no son idénticos. El primero implica el acceso a un techo propio pero también involucra el acceso al suelo, el entorno en el que se desarrolla la vida cotidiana, los servicios, la proximidad con los centros de salud y de educación, la alternativas de recreación, la posibilidad de contar con red eléctrica y agua segura, y de una adecuada disposición de los residuos, entre otros ítems que hacen directamente a la calidad de vida y otorgan cuerpo al factor social que conlleva esta temática, sobre todo entre los sectores más postergados.

En un momento en que se insiste con el dato de que más de la mitad de la población vive en ciudades, el tema cobra mayor relevancia, por cuanto es necesario evaluar en qué condiciones transcurre esa vida, qué espacio es el que se habita, cuáles son los riesgos de vivir en el lugar que se elige, qué alternativas reales de elección existen, y qué posibilidades se tienen de obtener la propiedad de la tierra y de la vivienda.

Naturalmente, toda concepción parte de la necesidad básica y elemental de procurar viviendas dignas a todos los ciudadanos, como factor fundamental para la contemplación de los derechos de las personas y correlato de su condición. Partiendo de esa base, la noción más integral de hábitat evita que la acción al respecto se agote en la provisión de esas imprescindibles cuatro paredes y un techo, para avanzar hacia un programa integral, que habilite a los vecinos a sentirse parte de la ciudad.

Este enfoque, en cuanto se traduzca en realizaciones, involucra un mayor compromiso colectivo dentro de la comunidad. Es difícil involucrarse en lo que no se siente como propio. Y conseguir eso, es el mejor principio para llegar a una ciudad inclusiva que no margine, y que pueda ser disfrutada por todos.



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