Cristina, Alfonsin y los federales

La derecha más lúcida sueña con Reutemann y Duhalde replegados en sus respectivas provincias y con Macri como postulante presidencial. Pero eso es tan difícil como que el jefe de gobierno porteño se subordine a los dos caudillos peronistas. No obstante, los tantos se aclararían si Reutemann tuviera el valor de enfrentar a una viuda que lidera las encuestas y conduce un gobierno al cual le va muy bien en términos económicos.

En realidad, en materia de candidaturas opositoras hay hasta ahora sólo dos certezas: que Elisa Carrió marchará sola a una derrota que puede marcar su declinación definitiva, y que Fernando “Pino” Solanas desperdiciará una oportunidad en la Ciudad de Buenos Aires, tal como lo hizo Carlos “Chacho” Álvarez en su momento. Pero, a partir de allí, las candidaturas abren un abanico de dudas que recién se aclararán al promediar el otoño y que quedarán formalmente oficializadas luego de las primarias obligatorias de agosto.

Hasta tanto, cabe esperar nuevas zancadillas al gobierno de las corporaciones que, pese a levantar dinero en pala merced a la política económica del gobierno, consideran que Macri, Reutemann, Duhalde y hasta Alfonsín, son más funcionales a sus intereses que Cristina Fernández.

En la vereda opuesta, el gobierno apuesta todas sus fichas a incrementar la producción, las obras públicas, las exportaciones, el empleo y el consumo, pese a los clamores por enfriar la economía frente a la inflación. Los funcionarios de gobierno sostienen que un mejor nivel de vida debe desmentir cada día los pronósticos agoreros.

En sentido contrario marchan los problemas generados por los aumentos de precios, los delitos y las faltas de nafta, de servicio eléctrico, de monedas y billetes, que le ponen los pelos de punta a la población. Estas carencias se producen en parte por las mayores demandas estacionales de fin de año, por la acción de alguna mano negra y por imprevisiones oficiales. Pero están claramente estimuladas mediante el mecanismo de la profecía autocumplida. Al observar la operatoria, se puede suponer que si los medios repicaran al unísono que se acabará el agua, millones de personas acumularían el líquido hasta en las bañeras y producirían una bajante en el Río de la Plata. Insisten en lo que va a ocurrir y al final ocurre.

Es que las empresas mediáticas más concentradas se juegan su supervivencia en las próximas elecciones y están dispuestas a vender cara su derrota. Saben que la reelección de Cristina Fernández impondría a la justicia un clima propicio para la aplicación plena de la Ley de Medios, que los obligará a desprenderse de señales. Esos medios constituyen en verdad el núcleo duro de la oposición y suelen marcarle la agenda a la política. Su acción ordenada contrasta con las dificultades de las fuerzas de oposición. Unos deben resolver sus internas y otros sus alianzas. El gobierno tiene como riesgo las acechanzas de la gestión, pero también la seguridad de que su futuro depende de sí mismo. Y de lograr repartir la torta con mayor justicia.

Nos vemos,



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Alberto Dearriba, Tiempo Argentino

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