Duhalde y los mutantes

Dicen los peronistas liberales,
En términos políticos, a la revolución peronista liberal de los años 90 le sucedió una contrarrevolución, protagonizada por peronistas ortodoxos primero y de izquierda después. Al peronismo de los años 40-50 también le sucedió una contrarrevolución, protagonizada en aquella instancia, por conservadores liberales. Ambas contrarrevoluciones usaron el mismo modo de acallar el peronismo: suspender su actividad partidaria, por medio de la proscripción, en el primer caso, y por medio del bloqueo y usurpación del Partido Justicialista en el segundo. Del carácter antidemocrático de las dos revoluciones, impidiendo la libre expresión del pueblo peronista en su partido de filiación y pertenencia, surge el profundo carácter democrático del peronismo vivo y real, ese que hoy como ayer, permanece al margen de su institución natural, ese que hoy, como ayer, sabrá encontrar el camino para prevalecer.

(...)

Por lo tanto, en estos días en que la izquierda peronista y el kirchnerismo están discutiendo tanto la sucesión de la conducción como la continuidad en la usurpación y control del Partido Justicialista, conviene no perder de vista que seguimos en el mismo punto: en el de la contrarrevolución peronista desde el poder y en la necesidad de una restauración de la revolución peronista de los 90. Como bien percibe el kirchnerismo, se trata de ellos o del liberalismo. Lo que no pueden comprender es hasta qué punto el peronismo real es hoy, liberal. Más aún, hasta dónde precisa serlo para reencauzar el país en un camino democrático y de progreso y prosperidad perdurables.

Quién conducirá la restauración liberal, desalojando al kirchnerismo del poder y de la usurpación del PJ, es el verdadero tema de discusión que anida en los infinitos editoriales políticos que no nos han dado respiro en estos días. La desaparición de una persona del centro de la escena política y su rápida sustitución por su equivalente, no alteran los términos de la discusión. La Argentina continuará en el error en la interpretación de su propia historia o, humildemente, dará la razón a quienes la tenían y retomará su camino.

Finalmente, la Argentina no tiene más enemigos que sus propias ficciones y autoengaños. Sólo habrá solución en la verdad y en el carácter que dirigentes y pueblo puedan tener para aceptarla y elegir su destino en base a ella.
Nos vemos,

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