Debate de ideas

El debate de ideas ocupa el lugar de la política. Un matrimonio intelectual de prestigio internacional apoya e interpreta al Gobierno. El pensamiento asoma a nuestra realidad no para cumplir su sueño de guiarla, sino para salir de la frustración e intentar explicarla. Es importante el lugar donde Ernesto Laclau ubica al populismo. Beatriz Sarlo analiza con altura esos aportes en su intento de elaborar una teoría filosófica que arroje luz sobre las incoherencias de Elisa Carrió.

El populismo resiste a la filosofía que no alcanza para rescatar candidatos. Los intelectuales aparecen en la política como los comentaristas que explican los resultados deportivos; soñaron con ser directores técnicos, la realidad terminó jugándoles una mala pasada.

Hoy las ciencias sociales aportan poco al juego del poder que estudian, sin entenderlo con claridad en muchos casos y vienen a cubrir las limitaciones de los economistas.

A los peronistas, el proceso nos molesta como a pocos: después de la corrupción con la derecha menemista, debemos soportar que las exégesis de nuestra historia vengan de la mano de las izquierdas, como si ellas pudieran apropiarse de la gesta popular. Claro que izquierdas y pensadores o interpretan el pasado o se suben tarde al tren del presente y siendo pasajeros, se visten con el overol del maquinista.

Este es el camino elegido para que el pensamiento se encuentre con la acción, para que los pragmáticos dejen de menospreciar a los intelectuales y éstos se animen a respetar a los ejecutores. El Gobierno encontró su pensamiento inicial en el final de su desarrollo, la oposición sigue su lucha interna entre el odio y la impotencia.

Buen momento para recurrir a las ideas: estamos terminando de digerir los conflictos de los setenta, llega la hora de enfrentar las discusiones del hoy. Los pensadores que no pudieron conducir a las masas se conforman con tratar de interpretar los caminos del pueblo.

Por necesidad, virtud u oportunismo, polemizamos, y si las ciencias sociales chocaron con la realidad, la política comienza a hacerse cargo de su carencia de ideas. Es, sin duda, lo que más necesitamos.

Nos vemos,

Textos de Julio Barbaro

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