Interferencia sindical y amenaza a la propiedad

Así califican los empresarios al Proyecto Recalde. El Grupo de los Seis, cuestionó la propuesta cegetista de repartir ganancias.

Hace 2760 años, el profeta Amós escribía: «Escuchen esto, ustedes, los que pisotean al indigente, para hacer desaparecer a los pobres del país. Ustedes dicen: disminuiremos la medida, aumentaremos el precio, falsearemos las balanzas para defraudar; compraremos a los débiles con dinero y al indigente por un par de sandalias y venderemos hasta los desechos de trigo.»

Casi 30 siglos después las cosas parecen no haber cambiado mucho.

Recordemos que con relación a los contenidos concretos del proyecto, en principio los trabajadores participarían en un 10% de las utilidades no reinvertidas por las empresas de más de 300 trabajadores (un universo de 600 a 700 empresas). El reparto sería una porción para los trabajadores de dichas empresas (el 9,5%), un 50% en forma plana y la otra mitad de acuerdo con el escalafón salarial. El resto iría a un fondo solidario destinado a financiar asignaciones para quienes no tienen empleo o están trabajando en negro.

Cuantifiquemos: En números, tomando como caso el 2008 que fue un año de elevada rentabilidad empresarial, las utilidades de las 500 mayores empresas fueron de $63.942 millones que actualizadas por la inflación equivalen a unos $81.296 millones a precios corrientes. De modo que el 10% equivale a unos $ 8.130 millones que se repartirían entre los trabajadores de esas empresas y el fondo solidario (al que se destinarían $ 406 millones aproximadamente). Esas empresas tenían unos 691.857 empleados, por lo que a cada trabajador le corresponderían unos $11.163 anuales. Dado el escalafón salarial que se maneja en esas empresas, la participación en las ganancias equivaldría a un aguinaldo adicional en los años de alta rentabilidad.

La medida se inscribe dentro de una serie de políticas (como ser las retenciones a las exportaciones, ampliación de la cobertura jubilatoria o la asignación por hijo para quienes no tiene empleo formal) que buscan mejorar la distribución mediante mecanismos alternativos a los aumentos nominales del salario. El traslado a precios de los incrementos salariales por parte de las empresas, parece haber debilitado la confianza de ese mecanismo clásico de redistribución de los ingresos.

Desde el oficialismo se señala como meta para la distribución funcional del ingreso lograr el objetivo del 50 y 50 entre el trabajo y el capital. El último dato disponible, para el 2007, indicaba que el trabajo obtenía el 35% de los ingresos en el sector privado de la economía. La distancia es aún grande aunque vale destacar que desde el 2002, los trabajadores han incrementado su participación en 8 puntos porcentuales gracias al incremento del empleo y de los salarios reales.

Sin embargo, la elevada segmentación del mercado laboral ha generado que la evolución de los salarios difiera altamente según el tipo de empleo. Mientras que los trabajadores privados registrados han incrementado su salario real en cerca de un 15% con respecto a los niveles de la convertibilidad, los informales mantienen el nivel real de ingresos del 2001 y los sueldos de los estatales han disminuido su poder de compra en más de un 25% respecto de aquel año. Por eso es importante, que el proyecto de participación de las ganancias no sea sólo hacia quienes se emplean formalmente en ellas, sino también –vía fondo solidario– para el resto de los trabajadores. Por lo menos hasta poder cumplir con los recientes pedidos de la Unión Industrial Argentina de terminar con la informalidad laboral.

Respecto a las ganancias empresarias, éstas parecen ser lo suficientemente amplias como para darles una pequeña participación a los trabajadores. Según la información de la AFIP, las ganancias reales de las empresas de casi todos los sectores son superiores a los mejores tiempos de la convertibilidad. La tasa de ganancia promedio de las firmas, aproximada como las utilidades en relación con el patrimonio neto declarado, fue de cerca del 15% antes de la crisis internacional. Las información de recaudación del Impuesto de las Ganancias de las sociedades del primer trimestre de este año indican que se va camino a recuperar esos niveles.

Deteniéndonos en el detalle sectorial, la industria alimenticia lleva la vanguardia en términos de recuperación de las ganancias tanto por el incremento de sus despachos como por el alza de sus precios. Un dato al pasar, desde mediados del 2007 hasta el presente, casi un 40% de la inflación se explica por el encarecimiento de los alimentos y bebidas. Pero vale decir que parte de ello se debe al encarecimiento de los insumos agrícolas, sector que escapa a los alcances de esta medida gracias a su elevada informalidad laboral.

Los márgenes de rentabilidad del resto de la industria manufacturera también son lo suficientemente elevado como para participar en una parte a los trabajadores. La tasa de ganancia era de más del 25% antes de la crisis y parece estar recuperando esos niveles. Tampoco es cierto que los aumentos salariales hayan minado su competitividad. Analizando las estadísticas de la Encuesta Mensual Industrial que realiza el INDEC, los incrementos salariales fueron compensados por la mayor productividad laboral de forma que los costos laborales han permanecen un 20% por debajo de los niveles de la convertibilidad.

Tras varios años de fuerte crecimiento de su rentabilidad, ¿estará nuestro empresariado lo suficientemente maduro como para aprender a compartir?

Nos vemos,



Extraído de Buenos Aires Económico, Andrés Asiain

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