Agronegocios, petroleras, BCRA y fuga de capitales.


No es novedad los esfuerzos de la oposición para resaltar el tema de la inseguridad jurídica; lo hace en velado plan para contrarrestar en la opinión publica la recuperación de la economía Argentina. Y lo hace en base a países modelo, poniendo -lo que entienden- blanco sobre negro o lo que llaman el valor de la previsibilidad.

Alfredo Zaiat dice:
El objetivo de recuperar una burguesía nacional dinámica, que debería ser parte importante en el desarrollo de un modelo productivo expansivo, no se determina por la voluntad política de un gobierno. Es un proceso histórico social complejo y contradictorio no exento de controversias. Al comienzo de su gestión, Néstor Kirchner planteó la idea de consolidar una burguesía nacional. Supuso que esa tarea la podría resolver con el traspaso de grandes empresas extranjerizadas a manos locales y generando condiciones macroeconómicas para obtener ganancias abultadas. El recorrido de estos años revela que el kirchnerismo no ha tenido el éxito esperado, resultado que en parte se explica por el comportamiento histórico de las elites pero también por la extraordinaria transformación socio productiva de las décadas pasadas. Estos dos componentes permiten brindar respuestas a que la tasa de inversión ha sido alta en términos históricos pero no ha tenido la intensidad prevista ante un proceso de muy elevado crecimiento del Producto. No ha provocado la adhesión a ese proyecto del establishment, como se evidencia en la resistencia de variados sectores del empresariado. Ni ha detenido la extraordinaria fuga de capitales que en cuatro años se está acercando a los 50 mil millones de dólares en el rubro “formación de activos externos de residentes locales”, según el relevamiento del Banco Central.
Es que la montaña de dólares que está ingresando al país por la cosecha de soja, está diluyéndose tanto por los privados que compran dólares y los sacan del circuito financiero, como por las empresas extranjeras que optan por el giro de sus ganancias a sus sedes centrales, en lugar de reinvertirlas en las actividades que desarrollan aquí, y que son justamente, las que le permiten obtener tan abultados balances positivos.

De acuerdo con el informe del Banco Central correspondiente al segundo trimestre de este año, lo que se conoce como "fuga de capitales", alcanzó entre abril y junio a los 2.878 millones de dólares, con lo cual en la primera mitad del año se totalizaron 6.644 millones de la divisa estadounidense.

Entrando más en detalles, y según lo dice el mismo Banco Central, al frente del giro de divisas al exterior de las empresas extranjeras, tanto las utilidades a sus sedes matrices como el pago de dividendos a los accionistas, se ubicaron las petroleras con 794 millones de dólares, en tanto que luego siguen los entes financieros con 317 millones, la industria química con 186 y oleaginosos y cereales por 180 millones de dólares, ocupando los primeros lugares de las actividades que hacen en la Argentina sus ganancias y las derivan totalmente al exterior.

Se dan situaciones curiosas, que afectan seriamente el normal funcionamiento de nuestro país en algunas áreas determinadas, como por ejemplo el sector de las empresas petroleras, que envían todas sus ganancias al exterior, cuando aquí se dan situaciones de crisis y abastecimiento, justamente por la falta de inversiones. Es que no hay suficiente destino de fondos para exploración y producción, lo cual se traduce por ejemplo en la falta de gas para abastecer de manera normal el mercado, dándose en consecuencia el corte de suministro a empresas afectando el nivel productivo, y aumentándose además el gas en garrafas cuyo consumo está centralizado en los sectores de menor poder adquisitivo.

Pero hacer una aclaración tan importante como ilustrativa, para conocer aún más en profundidad cuál es el criterio de las empresas extranjeras, que se sabe perfectamente no vienen aquí a hacer beneficencia, pero que deberían tener una intención más amplia y abarcativa. Es que este giro de divisas que hacen ahora, corresponde a los balances de 2009, que fueron magros debido a la crisis de entonces, por lo cual los volúmenes que obtendrán ahora, con la economía recuperada, se verán reflejados recién en 2011. Es decir, si con la economía en retracción lograron tan abultadas ganancias, cómo será ahora con la actividad en plena recuperación.

Durante el semestre, a pesar de la enorme cantidad de divisas ingresadas al país, el Banco Central sólo pudo aumentar las reservas en 2.000 millones de dólares.

De todas maneras, aun cuando esta situación viene siendo complicada desde siempre, digamos que en este segundo trimestre del año analizado por el BCRA la fuga de capitales experimentó una desaceleración con relación al primero. Aunque, de todos modos, la emigración de divisas, poco más poco menos, nunca se detiene.

En definitiva, ¿puede un país ser previsible cuando uno de los sectores económicos más poderosos de Argentina -como el el agro- evade más del 70% de sus ganancias y se corresponde con una marcada irregularidad en la registración laboral y salarios promedio inferiores al resto de la economía?

Nos vemos,



Fuentes consultadas: Clarín, La Opinion de Rafaela, Página 12

Comentarios

Jorge Devincenzi ha dicho que…
El problema que le veo a esta visión "desarrollista" es que la burguesía nacional no se crea desde el Estado. Es otra la cuestión
Mariano ha dicho que…
Claudio:
igual, si tenemos una visión integral del asunto, nos encontramos con que la salida de dólares "colabora" involuntariamente con la tarea del BCRA de mantener un tipo de cambio real alto (que se consigue parcialmente). O sea, sin salida fuerte de dólares, se debería multipliar el esfuerzo (compra de dólares) que el BCRA tendría que hacer para que no baje el tipo de cambio nominal. Y entonces, tendría que conceder la baja del nominal, o resignarse a una baja del TC real vía inflación.
Es decir, lo que pasa en parte actualmente, pero a una escala aún mayor.
No se lea como un elogio de la "fuga", pero también veamos que "frenar" el drenaje implicaría nuevos desafíos.
Un abrazo.