El representante

Por estos días, después de la eliminación en el mundial de Sudáfrica, los miles de técnicos de fútbol que aparecen le dan para que tenga, guarde y reparta. Unos con razón y otros no tanto. En algunos de mis comentarios planteé el tema de la autocrítica que debe hacerse Maradona. Es importante para conocer cuales son los verdaderos límites.

Más allá de estas cuestiones técnicas (que comparto), por lo que él mismo transmite, por la pasión que pone a la camiseta, el escenario abre otra puerta que creo es la que miles y miles abrieron: la ilusión; y esto -lo que sigue ahora- es lo que escribió para Página 12 el 25/10/2009, Silvia Kochen, investigadora del Conicet, pocos días después de la clasificación (sufrida, es cierto) en Uruguay:
Yo de fútbol no sé nada y mucho no me importa, no me voy a meter con el fútbol. Pero claro, las imágenes que tienen que ver con vos, tienen que ver con el fútbol, y con algunas cosas más... Como cuando aunque sea un poquito nos vengaste de los ingleses y volviste a recordarnos el horror y la derrota de esa guerra, con esa increíble “mano de Dios”, y nos diste la victoria que no habíamos alcanzado en la guerra, a pura alegría, sin muertos. Ni lo dudes, los que armaron la guerra están en la fila de los que ahora te pegan. O como cuando en el podio y sin haber logrado la gloria, en esa Italia que te veneró desde el sur-pobre y te odiaba desde el norte-rico, vos llorabas frente al mundo. Usé esa imagen mil veces, frente a los pacientes, cuando percibía que les daba vergüenza mostrar su tristeza, decir “¿Te acordás del Diego allá en Italia? Sólo los valientes se atreven a llorar así”.

Y era mágico, más útil que mil palabras, sin pudor se mostraba la tristeza. Ahora, cuando mi marido me llamó para que vea el gol de Palermo, yo me vuelvo a conmover con esa imagen tuya que mientras llovía tanto vos llorabas más. Desde hace ya casi 30 años, al llegar a cualquier lugar del mundo, se produce un diálogo repetido en cualquier idioma:

–¿De dónde sos?

–Argentina.

Y la respuesta es inmediata: “Maradona”. Diego, seguro vos me entendés, por mi trabajo, la verdad que a mí me encantaría que me nombren algunos de nuestros premios Nobel, Houssay, y yo diga soy profesora de la facultad en la que él trabajó. O de Robertis, y yo muy orgullosa podría explicarle que mi laboratorio está en el mismo piso donde él hizo sus investigaciones, y así se llama el instituto del que soy parte. O Leloir, y contarles que siguen trabajando en su centro con excelencia. O Milstein...

Claro, ahí tendría que explicarles que una de las dictaduras de nuestro país lo expulsó. Sin duda entre esos que lo echaron también están los que te pegan ahora. También tengo que confesarte que por mis sueños me encantaría que luego de decir de dónde soy me dijeran “El Che”, pero eso sólo pasaba en Cuba. Desde que vos estuviste allí, fue reemplazado y se reproduce el mismo diálogo mundial. Sin embargo, me alegra que un pibe que nació en Fiorito, que perteneció a los desterrados de la tierra, “nos represente”. Durante esos instantes, siento como argentina orgullo de vivir en un país justo, con igualdad, solidario. Claro, no es cierto, es una ilusión.

Pero ellos, los que te pegan, no se la bancan, no soportan ese diálogo que existe en cualquier idioma y nivel económico, necesitan “sacarte” de encima cada vez que eso ocurre, como sacudiéndose las migas. Y ahora me viene esta última imagen, cuando sentado en la conferencia de prensa al terminar el partido, luego de recomendarles “... que la sigan...”, además no te incluís, es más frecuente decir “... que me la...”, con ese uso del pronombre no te ofrecés ni te entregás. Y la verdad, al escucharte, luego de la sorpresa, y la sonrisa que me provocó, lo que más me gustó es cuando un periodista, adoptando un aire de psicoanálisis revisitado, te pregunta cómo fue este “proceso” para vos, y vos le decís “... no me gusta esa palabra, me hace acordar...” y empezás a nombrar algunos de los militares asesinos de la última dictadura. Y siguió la conferencia. Y luego este vendaval de los horrorizados y escandalizados de siempre, ahora por lo que vos dijiste, y habitualmente por los que luchamos por un país más justo, equitativo, y solidario.

Convengamos que podrías haber elegido alguna otra metáfora, pero, como te decía, además de no saber, mucho no me importa el fútbol, así que no opino ni de ese partido ni de los que vendrán o de vos como DT. Pero sí quiero decirte que mientras continúes siendo nuestro “representante” y los que se enojan con vos sean los mismos que se enojan conmigo, yo te banco y sin duda somos muchos los que te seguimos bancando. Diegooo, Diegooo...
Nos vemos,



La Dra Kochen es Profesora Adjunta Cátedra Neurología, Facultad de Medicina, UBA. Jefa Sección Epilepsia, Hospital Ramos Mejía.

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