Duhalde, Sociedad Rural, Brasil y los espejos
Eduardo Duhalde -al igual que muchos- pone a Brasil como espejo donde debemos mirarnos. Los espejos devuelven la imagen invertida, lo que es de izquierda, se ve a la derecha. Brasil es un mito y sino preguntemos a Arcor como le va vendiendo Bon-o-Bon a los inventores del Garoto.
Duhalde pretende imponer una impronta de estadista y se prende de conceptos que le aportan analistas y gurúes, quienes destacan logros brasileños para desmerecer los argentinos. La cuestión es más compleja. Por caso, Brasil tiene un nivel de riqueza per cápita inferior y un reparto más desigual que la Argentina. Con onda profética dice que Kirchner -se refiere a él aunque pocas veces lo nombra- no entiende de desarrollo, porque lo confunde con el crecimiento.
Pero, el tema es Brasil. Es obvia la importancia de contar con empresas estratégicas del tamaño de Petrobras o Embraer, con un sujeto social dinámico en los industriales paulistas, y con una herramienta de financiamiento como el Banco Nacional de Desenvolvimiento. También es cierto que la administración Lula obtuvo logros relevantes en su lucha contra la pobreza, la desigualdad y el analfabetismo. De todos modos, “el modelo brasileño” está muy lejos de ostentar las virtudes económicas y sociales que algunos comentaristas de la realidad insisten en atribuirle.
Veamos:
1 - En primer lugar, el elevado crecimiento que ostentó el PIB brasileño durante los años de posguerra se fue debilitando en los últimos años. Actualmente, su PIB per cápita ronda los 10.400 dólares/año –medidos en paridad de poder adquisitivo– contra los algo más de 14 mil dólares/año de la Argentina.
2 - La política monetaria y cambiaria brasileña ha beneficiado ostensiblemente a las colocaciones financieras en desmedro de las actividades productivas.Los rendimientos financieros representan alrededor del 7 al 8% del PBI, que equivale al 50% de la tasa de acumulación del capital productivo. Un formidable mecanismo de transferencia de renta desde el conjunto de la población al sector financiero.
Además de la desaceleración en el crecimiento del PIB y del predominio del sector financiero, Brasil sigue siendo uno de los países más desiguales del mundo:
- El 10% de los brasileños con mayores ingresos se queda con el 42,7% de la renta total, mientras que el 10% de menores ingresos apenas perciben el 1,2% de la riqueza.
- La tasa de analfabetismo es de 9,8%, que resulta muy superior al 2,4% de la Argentina. Al respecto, el presupuesto educativo apenas llega al 4,3% del PIB, porcentaje más bajo comparado con los fondos asignados por el gobierno argentino para esa materia, que rondan el 6% del PIB.
- La tasa de mortalidad infantil brasileña (23,6 por mil) también es superior a la argentina (13,4 por mil) y la esperanza de vida al nacer (73,5 años) es inferior a la que tienen los argentinos (76,2 años). La importante red de contención social que Lula articuló a través del elogiado Programa Bolsa Familia es muy valorable, ya que cubre a 12 millones de familias y a unos 45 millones de personas. Sin embargo, los fondos asignados a ese programa son inferiores –en términos relativos– a la Asignación Universal por Hijo (AUH). Mientras que la AUH representa el 0,58% del PIB, el Bolsa de Familia apenas alcanza al 0,39% PIB.
En resumen, en términos comparativos, Brasil tiene un nivel de riqueza per cápita inferior y un reparto más desigual que la Argentina. A su vez, los fondos destinados a las políticas sociales y educativas están porcentualmente por debajo de los asignados en el presupuesto argentino.
Esto no significa que no haya habido avances en la economía brasileña durante la década del ‘20, ni logros sociales durante los últimos años. Simplemente significa poner las cosas en su lugar para no añorar paraísos inexistentes.
Los espejos argentinos devuelven -todavía- imágenes del horror vivido en el 2001 y una país "hecho percha" por la aplicación de políticas neoliberales concentradores de capital. En ese espejo nos miramos todos los días, construir una patria justa, libre y soberana.
Nos vemos,
Contribución: Diego Rubinzal
Duhalde pretende imponer una impronta de estadista y se prende de conceptos que le aportan analistas y gurúes, quienes destacan logros brasileños para desmerecer los argentinos. La cuestión es más compleja. Por caso, Brasil tiene un nivel de riqueza per cápita inferior y un reparto más desigual que la Argentina. Con onda profética dice que Kirchner -se refiere a él aunque pocas veces lo nombra- no entiende de desarrollo, porque lo confunde con el crecimiento.
Pero, el tema es Brasil. Es obvia la importancia de contar con empresas estratégicas del tamaño de Petrobras o Embraer, con un sujeto social dinámico en los industriales paulistas, y con una herramienta de financiamiento como el Banco Nacional de Desenvolvimiento. También es cierto que la administración Lula obtuvo logros relevantes en su lucha contra la pobreza, la desigualdad y el analfabetismo. De todos modos, “el modelo brasileño” está muy lejos de ostentar las virtudes económicas y sociales que algunos comentaristas de la realidad insisten en atribuirle.
Veamos:
1 - En primer lugar, el elevado crecimiento que ostentó el PIB brasileño durante los años de posguerra se fue debilitando en los últimos años. Actualmente, su PIB per cápita ronda los 10.400 dólares/año –medidos en paridad de poder adquisitivo– contra los algo más de 14 mil dólares/año de la Argentina.
2 - La política monetaria y cambiaria brasileña ha beneficiado ostensiblemente a las colocaciones financieras en desmedro de las actividades productivas.Los rendimientos financieros representan alrededor del 7 al 8% del PBI, que equivale al 50% de la tasa de acumulación del capital productivo. Un formidable mecanismo de transferencia de renta desde el conjunto de la población al sector financiero.
Además de la desaceleración en el crecimiento del PIB y del predominio del sector financiero, Brasil sigue siendo uno de los países más desiguales del mundo:
- El 10% de los brasileños con mayores ingresos se queda con el 42,7% de la renta total, mientras que el 10% de menores ingresos apenas perciben el 1,2% de la riqueza.
- La tasa de analfabetismo es de 9,8%, que resulta muy superior al 2,4% de la Argentina. Al respecto, el presupuesto educativo apenas llega al 4,3% del PIB, porcentaje más bajo comparado con los fondos asignados por el gobierno argentino para esa materia, que rondan el 6% del PIB.
- La tasa de mortalidad infantil brasileña (23,6 por mil) también es superior a la argentina (13,4 por mil) y la esperanza de vida al nacer (73,5 años) es inferior a la que tienen los argentinos (76,2 años). La importante red de contención social que Lula articuló a través del elogiado Programa Bolsa Familia es muy valorable, ya que cubre a 12 millones de familias y a unos 45 millones de personas. Sin embargo, los fondos asignados a ese programa son inferiores –en términos relativos– a la Asignación Universal por Hijo (AUH). Mientras que la AUH representa el 0,58% del PIB, el Bolsa de Familia apenas alcanza al 0,39% PIB.
En resumen, en términos comparativos, Brasil tiene un nivel de riqueza per cápita inferior y un reparto más desigual que la Argentina. A su vez, los fondos destinados a las políticas sociales y educativas están porcentualmente por debajo de los asignados en el presupuesto argentino.
Esto no significa que no haya habido avances en la economía brasileña durante la década del ‘20, ni logros sociales durante los últimos años. Simplemente significa poner las cosas en su lugar para no añorar paraísos inexistentes.
Los espejos argentinos devuelven -todavía- imágenes del horror vivido en el 2001 y una país "hecho percha" por la aplicación de políticas neoliberales concentradores de capital. En ese espejo nos miramos todos los días, construir una patria justa, libre y soberana.
Nos vemos,
Contribución: Diego Rubinzal
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