82%, 35% y la aritmética de la política

Dice Hernán Goñi:
Desde el momento en que la oposición se encolumnó detrás del objetivo de garantizar el pago del 82% móvil en las jubilaciones, estaba claro que el Gobierno iba a preparar un contragolpe. El Poder Ejecutivo remarcó una y otra vez que el costo fiscal de esa iniciativa era insostenible, y que estaba dispuesto a vetarlo en caso de que el Congreso lo transformara en ley. Pero en paralelo se puso a trabajar en un paquete de iniciativas para incrementar el gasto social, con la idea de recuperar iniciativa y limitar el costo que asumiría por ir en contra del 82%.

Pero el aumento a las jubilaciones que aplicará el Gobierno (sin tocar el régimen de movilidad vigente, pero forzando un poco sus números para que empate la inflación anual) instala otra vez la necesidad de contar con un manejo sustentable de la caja, justo cuando la oposición suma fuerza para alcanzar otro objetivo fiscalmente sensible: la baja de las retenciones.

Dice Andrés Asiain sobre las retenciones,
Habitualmente se analizan las retenciones desde el punto de vista fiscal, descuidando otros elementos como son su impacto en los precios internos. Las retenciones del 35% a la soja, al reducir la rentabilidad del cultivo tienden a desalentar la expansión de ese cultivo sobre tierras marginales, evitando la profundización del desmonte, la expulsión de campesinos y el abandono de producciones regionales. También limitan el encarecimiento de la tierra y de otros insumos como los fertilizantes, donde las empresas que lo producen fijan sus precios de acuerdo con la rentabilidad de la soja.

De esa manera se evita el incremento aún mayor de los costes de producción de otros alimentos, hecho indispensable para volver compatibles el objetivo de un elevado poder de compra de los salarios y una alta competitividad industrial.

Desde el punto de vista fiscal ayudan a financiar los subsidios y otras políticas sectoriales que buscan el mismo objetivo, permitir el abastecimiento del mercado interno a un precio menor que el internacional. Un ejemplo de ello es la harina de trigo, que combinando una política de retenciones y subsidios se consigue a $1,50 (u$s 0,38); mientras que en Brasil sale $4 ,27 (u$s 1,09), en Chile $ 2,74 (u$s 0,70) y en Uruguay está a $ 3 (0,77 dólar).
Los opositores ahora tienen que salir a buscar desesperadamente argumentos que los reposicionen ante una opinión pública descreída de sus propuestas que, como lo viene mostrando desde marzo de 2008, cuida los intereses de las grandes corporaciones y el espíritu restauracionista de una derecha que siempre elige lo peor para el país.

Nos vemos,


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