Acuerdo Cívico y Social: nosotros desfinanciamos
Una nueva avanzada de la derecha legislativa encabezada por la Coalición Cívica impulsó un proyecto de ley que propone disminuir los derechos de exportación de la soja en 10 pp., es decir, llevarla de un 35% a un 25 por ciento. Actualmente se exporta el 95% del total producido. Con las actuales previsiones de precio y cosecha, esto significaría una merma en los ingresos fiscales del orden de los u$s 2.018,5 M, casi el presupuesto destinado a la Asignación Universal por Hijo (AUH).
Para compensar este agujero una opción propuesta es consignar subsidios de la ONCCA a otros sectores. Pero sucede que los sectores que subsidia la ONCCA –siempre perfectibles– están destinados a evitar aumentos en productos de la canasta básica, fundamentalmente lácteos y carnes, y si quedaran sin subsidios trasladarían esa diferencia al precio final de los productos. Otros proponen que sea compensada por un mayor ingreso del Impuesto a las Ganancias. Esto es falso, ya que por ese concepto sólo se recaudaría una tercera parte del que se recauda con esos 10 pp. que intenta transferir a la producción sojera.
Hoy la soja no tiene los precios inflados como en el 2008 a merced del componente financiero y cuando la voracidad de las corporaciones patronales agrarias provocó un conflicto en torno de las retenciones móviles. Por marzo de aquel año, la oleaginosa había llegado a superar los u$s600 por tonelada y se especulaba con que llegaría a los u$s900 o u$s1.000. Eso no sólo no ocurrió sino que, por efecto de la crisis internacional, se evidenció un desplome de los precios de los commodities, que en el caso de la soja fue del orden del 45% respecto de su valor actual. No obstante ello, las ganancias siguieron resultando fabulosas por una significativa baja de insumos y por efecto de la apreciación del tipo de cambio.
El portal Infocampo prevé que en setiembre de este año la tonelada de la oleaginosa se comercializará a u$s 367. Con una superficie de siembra de aproximadamente 19 millones de hectáreas la cosecha dejará ingresos por unos u$s 20.185 M, cuyo aporte a la recaudación fiscal alcanzará los u$s 7.065 M en concepto de derechos de exportación. Sin embargo, las patronales, fundamentalmente CRA, sostienen que para esta campaña los márgenes de rentabilidad serán negativos. En el fondo lo que buscan es que se deroguen las retenciones que quedaron en el 35% luego del conflicto.
Si se eliminan las retenciones, cada una de esas 19 millones de hectáreas sembradas en promedio obtendrá un rinde de u$s 691 a los que habrá que descontar los costos para finalmente tener una aproximación de la rentabilidad de productores y arrendatarios. Al respecto, vale mencionar un informe de la revista Agromensaje editada por la Universidad Nacional de Rosario, en el que se indica que la diferencia a igual cantidad de hectáreas entre un propietario y un arrendatario está en el orden del 45%, es decir, que los primeros se quedan con casi la mitad del producido sólo por alquilar la tierra y sin trabajar. En esta situación se encuentra el 70% de la zona núcleo con las mejores tierras para la siembra. La disyuntiva no debería ser retenciones sí o retenciones no.
Sería interesante volver a plantear la discusión sobre una nueva Ley de Arrendamiento, a la que CRA y la SRA están esquivando, mientras que FAA y Coninagro miran para otro lado en perjuicio de los pequeños productores que deberían representar.
En conclusión, aun con precios internacionales más modestos y con un 35% de retenciones, independientemente de la discusión sobre los daños ocasionados a la economía por la tendencia al monocultivo y los causados por la utilización de herbicidas al medio ambiente, la soja sigue resultando atractiva para productores y los famosos pools de siembra, financiados por las multinacionales sojeras.
Por lo tanto, el proyecto parece destinado a concentrar la riqueza más que a lograr una verdadera distribución de la renta nacional; y a su vez, a desfinanciar al Estado nacional e incentivar la siembra de soja en perjuicio de otros cultivos y reforzando una creciente tendencia al monocultivo.
Nos vemos,
Textos de Adrián González
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