El problema del peronismo
"Al peronismo le ha ocurrido lo mismo que a la izquierda latinoamericana. Tiene dos miradas. Hay uno que sigue pensando en términos de la Guerra Fría y hay otro que afirma que el conflicto ha terminado y que este es otro mundo. Se podría decir que un abismo los separa. En todos los órdenes difieren. Veamos
El peronismo del 90’ decidió los indultos. Varias interpretaciones pueden hacerse, la pacificación, el cierre de las heridas como se afirmó por aquellos años. Sin embargo nada de esto podía alcanzarse si la Guerra Fría hubiera continuado. El triunfo de un bando sobre el otro, el triunfo del capitalismo sobre el comunismo transformaba en obsoleto la continuación del conflicto en este rincón del mundo.
Mandela en Sudáfrica hizo exactamente lo mismo que el peronismo en los 90’. Por estos días puede verse una excelente película dirigida por Clint Eastwood, Invictus altamente reveladora de estos hechos. En Polonia luego de la caída del comunismo Lech Walesa planteó la política de la línea gruesa, como él le gustaba decir. Trazar una línea que perdone para atrás porque como él manifestaba si se lanzaban acusaciones en un ambiente de revancha político-histórica hubiéramos tenido la guerra civil y no se habría logrado nada. La línea gruesa era imprescindible para continuar la transformación pacífica.
En definitiva el triunfo sobre las organizaciones armadas y la patria socialista en la Argentina anticipó el 89’ alemán y el triunfo de Walesa.
En términos culturales las miradas vuelven a diferir. Un sector del peronismo, exegetas de los pensadores “nacionales”, alertan sobre los riesgos de nuestra cultura ante el avance diabólico de la mundialización que es la cara moderna del neoimperialismo, el viejo imperialismo norteamericano remozado y actualizado. Hablan, entonces, de proteger nuestro cine, teatro, música, valores, costumbres en la creencia que nuestra inferioridad cultural no podrá sobreponerse a la potencia de los forasteros. Un destino signado por una historia de derrotas y fracasos. La vieja consigna de “Una cultura nacional y popular” es la mejor síntesis de esta sicología. Cuando, por el contrario, la realidad muestra a nuestro cine, telenovelas, guiones, artistas, libros, novelas, música como se imponen en el mundo y son valoradas en el corazón imperial. Exagerando ya no debemos cuidarnos nosotros, ahora ha llegado la hora de que se cuiden ellos. Esto piensa otro sector del peronismo y de la sociedad argentina.
En definitiva en tiempos de mundialización la cultura no se protege, se promueve.
En lo económico al igual que en lo cultural las diferencias pueden sintetizarse en el aislamiento y desconexión del mundo o en la integración a los mercados mundiales.
Esto implica al interior del país distintas alianzas sociales. El peronismo del aislamiento, del vivir con lo nuestro, de cortar, en la medida de lo posible, los vínculos con los organismos internacionales y que pregona un neokeynesianismo industrialista valorará fundamentalmente un mercado interno protegido y aislado del mundo. Un dólar alto de vinculación al mundo sólo en las exportaciones y cierre de nuestra economía al aporte tecnológico y de inversiones y un Estado interventor. En este caso la alianza social se hará con sectores industriales poco competitivos y amigos de un Estado protector y sectores obreros vinculados al modelo mercado internista. En definitiva poco amigos de la globalización económica. Esta mirada ha empujado a funcionarios del actual gobierno tanto como a intelectuales que lo sostienen a afirmaciones temerarias que chocan con el sentido común de la historia como por ejemplo que la crisis capitalista del 2008 es terminal y marca final de época porque comienza lo que ellos siempre han pregonado: el intervencionismo de estado. El Neokeynesianismo. Sin discriminar cuando una medida es, tan solo, una herramienta y cuando se transforma en cuerpo doctrinario. Choca también con el sentido común de marxistas serios como Hobsbawm.
El otro peronismo de apertura al mundo privilegiará los sectores económicos altamente competitivos en el mercado mundial: el campo y la cadena agroalimentaria, las industrias culturales, el turismo y los sectores obreros vinculados a esta economía con mayor dinámica.
En este intríngulis se halla la política argentina. Esta divisoria de aguas habla de la magnitud del conflicto político argentino."
Mientras tanto, despacio, con suavidad y criterios, se sigue el camino de reconstrucción iniciado en el 2003.
Nos vemos,
[1] De la serie de exposiciones del pensamiento del peronismo neoliberal que reivindica a Menem-Cavallo
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Un abrazo