De profesión enemigos
No por repetida la anécdota deja de tener vigencia en el complicado escenario político argentino. Cuando el diputado socialista Jorge Rivas aceptó incorporarse como vicejefe de gabinete del gobierno de Néstor Kirchner, alguien le pregu
–¿Qué lo une al kirchnerismo?
Rivas no dudo un segundo en responder:
–Sus enemigos –dijo, lacónico y contundente.
El martes pasado, en Pilar, durante la clausura de la XV Conferencia de la Unión Industrial Argentina, los reporteros gráficos gatillaron una y otra vez una foto a la que la frase de Rivas podría servir de sintético epígrafe. La imagen –que representa a la corporación opositora más recalcitrante que ha enfrentado a Cristina Fernández de Kirchner durante sus dos primeros años en la presidencia– tiene como protagonistas a los patrones agropecuarios Hugo Luis Biolcati (SRA), Carlos Garetto (Coninagro) y Jorge Buzzi (Federación Agraria); a dos de las espadas más filosas de la UIA, Cristiano Ratazzi y Héctor Méndez, y al ex presidente provisional Eduardo Duhalde. Fuera de la foto, pero también presente, estaba el senador radical y flamante presidente del partido, Ernesto Sanz.
No hace falta mucha ciencia para leer el contenido: allí están, como un solo bloque, las patronales agropecuarias que no quieren pagar retenciones, los sectores industriales que exigen que el Estado les dé todo pero que no los controle, y los dirigentes más reaccionarios del justicialismo y el radicalismo, funcionales en la política a las pretensiones de los grupos económicos más concentrados de la Argentina. En otras palabras, el conjunto al que los grandes multimedios llaman –con algunos agregados y no pocas omisiones– “la oposición”.
Biolcati fue claro al explicar la asistencia de representantes de la Mesa de Enlace al foro industrial: “La presencia de la dirigencia del campo ratifica el acercamiento con la UIA”, dijo. Días antes había sincerado cuál era el gran objetivo que une a los dos actores económicos: “Hay que poner fin a la confiscación de la renta y lograr consensos y para ello convoco a todos los sectores (…). La apropiación de la renta provoca la asfixia económica de la actividad privada y es utilizada como herramienta de dominación del poder político”. En consonancia, durante el discurso de cierre del Congreso, el presidente de la UIA, Héctor Méndez, llamó en tres ocasiones a resguardar la “propiedad privada”, mientras que el documento que la central industrial difundió en la ocasión se quejaba de “la política comercial interna, basada en un control sobre las empresas y los precios (...) que atentó contra la producción y el empleo”.
La pata política radical del bloque no se quedó atrás: “Embaten contra ustedes. El poder, por primera vez en la Argentina, mutó la clásica corrupción de funcionarios que se enriquecen con coimas: ahora el poder se queda con las empresas, se queda con los sectores. Hay que resistir hasta el 2011, señores”, reclamó Sanz, casi flamígero. Duhalde también aportó lo suyo. Calificó al gobierno nacional de “tiempo pasado”, convocó a “un gobierno patriótico de unidad nacional” y no descartó su candidatura para 2011 “en caso de ser el mejor perfilado en el PJ”.
La frutilla del postre fue la promesa hecha a medias por Méndez de una participación institucional de la UIA en el acto opositor que la Mesa de Enlace realizará en Palermo el 10 de diciembre, en coincidencia con el segundo aniversario de la asunción presidencial de Cristina Fernández de Kirchner. Si la presencia de los popes industriales en el mitin de Palermo no está aún definida se debe a que hay sectores de la UIA –más vinculados con la producción que con la concentración económica– que no lo ven con buenos ojos.
Aun así, las señales están todas a la vista. Con la nueva composición del Congreso –donde el kirchnerismo ya no es mayoría– y frente a rivales de semejante peso, la Presidenta deberá apelar a su vasta experiencia como legisladora para transmitir a sus diputados y senadores una vocación negociadora que, hasta ahora, el kirchnerismo no necesitó para llevar a buen puerto sus proyectos. De ese cambio en el estilo político del oficialismo dependerá, en gran medida, que el Gobierno –trabajando junto a sectores de la oposición como el centroizquierda, el socialismo y el GEN y parte del radicalismo progresista– pueda resistir con éxito los embates de una derecha que quiere ir por todo.
Nos vemos
Fuente: SUR
–¿Qué lo une al kirchnerismo?
Rivas no dudo un segundo en responder:
–Sus enemigos –dijo, lacónico y contundente.
El martes pasado, en Pilar, durante la clausura de la XV Conferencia de la Unión Industrial Argentina, los reporteros gráficos gatillaron una y otra vez una foto a la que la frase de Rivas podría servir de sintético epígrafe. La imagen –que representa a la corporación opositora más recalcitrante que ha enfrentado a Cristina Fernández de Kirchner durante sus dos primeros años en la presidencia– tiene como protagonistas a los patrones agropecuarios Hugo Luis Biolcati (SRA), Carlos Garetto (Coninagro) y Jorge Buzzi (Federación Agraria); a dos de las espadas más filosas de la UIA, Cristiano Ratazzi y Héctor Méndez, y al ex presidente provisional Eduardo Duhalde. Fuera de la foto, pero también presente, estaba el senador radical y flamante presidente del partido, Ernesto Sanz.
No hace falta mucha ciencia para leer el contenido: allí están, como un solo bloque, las patronales agropecuarias que no quieren pagar retenciones, los sectores industriales que exigen que el Estado les dé todo pero que no los controle, y los dirigentes más reaccionarios del justicialismo y el radicalismo, funcionales en la política a las pretensiones de los grupos económicos más concentrados de la Argentina. En otras palabras, el conjunto al que los grandes multimedios llaman –con algunos agregados y no pocas omisiones– “la oposición”.
Biolcati fue claro al explicar la asistencia de representantes de la Mesa de Enlace al foro industrial: “La presencia de la dirigencia del campo ratifica el acercamiento con la UIA”, dijo. Días antes había sincerado cuál era el gran objetivo que une a los dos actores económicos: “Hay que poner fin a la confiscación de la renta y lograr consensos y para ello convoco a todos los sectores (…). La apropiación de la renta provoca la asfixia económica de la actividad privada y es utilizada como herramienta de dominación del poder político”. En consonancia, durante el discurso de cierre del Congreso, el presidente de la UIA, Héctor Méndez, llamó en tres ocasiones a resguardar la “propiedad privada”, mientras que el documento que la central industrial difundió en la ocasión se quejaba de “la política comercial interna, basada en un control sobre las empresas y los precios (...) que atentó contra la producción y el empleo”.
La pata política radical del bloque no se quedó atrás: “Embaten contra ustedes. El poder, por primera vez en la Argentina, mutó la clásica corrupción de funcionarios que se enriquecen con coimas: ahora el poder se queda con las empresas, se queda con los sectores. Hay que resistir hasta el 2011, señores”, reclamó Sanz, casi flamígero. Duhalde también aportó lo suyo. Calificó al gobierno nacional de “tiempo pasado”, convocó a “un gobierno patriótico de unidad nacional” y no descartó su candidatura para 2011 “en caso de ser el mejor perfilado en el PJ”.
La frutilla del postre fue la promesa hecha a medias por Méndez de una participación institucional de la UIA en el acto opositor que la Mesa de Enlace realizará en Palermo el 10 de diciembre, en coincidencia con el segundo aniversario de la asunción presidencial de Cristina Fernández de Kirchner. Si la presencia de los popes industriales en el mitin de Palermo no está aún definida se debe a que hay sectores de la UIA –más vinculados con la producción que con la concentración económica– que no lo ven con buenos ojos.
Aun así, las señales están todas a la vista. Con la nueva composición del Congreso –donde el kirchnerismo ya no es mayoría– y frente a rivales de semejante peso, la Presidenta deberá apelar a su vasta experiencia como legisladora para transmitir a sus diputados y senadores una vocación negociadora que, hasta ahora, el kirchnerismo no necesitó para llevar a buen puerto sus proyectos. De ese cambio en el estilo político del oficialismo dependerá, en gran medida, que el Gobierno –trabajando junto a sectores de la oposición como el centroizquierda, el socialismo y el GEN y parte del radicalismo progresista– pueda resistir con éxito los embates de una derecha que quiere ir por todo.
Nos vemos
Fuente: SUR
Comentarios
eS CIERTO TAMBIÉN QUE TODAS LAS LEYES QUE SACÓ ESTE GOBIERNO SE NEGOCIARON CON OTROS SECTORES QUE APOYARON Y ASÍ SALIERON (AFJP, LEY DE MEDIOS, ETC...)
ES RECONTRACIERTO QUE NO LES VAMOS A PERMITIR QUE VOLVAMOS A LOS 90, ABRAZO