Quien es Tomás Abraham
-Una pregunta obvia, pero básica, para comenzar: ¿cómo debería ser la relación entre los intelectuales y el poder? Sobre todo porque esta es una época en la que el poder político no admite muchas discrepancias con el pensamiento dominante.
-La honestidad intelectual significa mantener la libertad. Y la adhesión no tiene por qué contradecirse con esa libertad. Es decir, el trabajo intelectual y la vocación intelectual te exige decir lo que pensás. Y callar únicamente cuando uno considera que está en riesgo la vida o la de los suyos. Pero en una sociedad democrática no hay otra alternativa. Uno puede adherir a un proyecto político siempre y cuando tenga total libertad de crítica. Yo, por ejemplo, adhiero al proyecto político del Frente Progresista de [Hermes] Binner, pero no estoy de acuerdo con muchas cosas y las digo y las escribo. Es fundamental que haya intelectuales de todo tipo que empujen las líneas de la conveniencia. Y que presenten los problemas y los obstáculos. Un político inteligente no sólo tiene que soportarlo, sino también darle lugar. No se da casi nunca.
-¿Incluye a los intelectuales de Carta Abierta? ¿Qué piensa de ellos?
-He pensado y escrito muchas cosas sobre Carta Abierta, y ninguna amable. (Risas.) Ellos nacen como un grupo político de apoyo a un gobierno que se ve desafiado por grupos sociales en la crisis de marzo de 2008. El Gobierno hace lo que vino haciendo casi desde los inicios de su gestión, desde que inaugura el Museo de la Memoria en la ESMA: apropiarse de cierta reivindicación de la sociedad argentina, darle un uso político para legitimar una política oscura en donde el manejo de los dineros públicos es reservado, en donde hay enriquecimientos aparentemente ilícitos, en donde se organizan nuevas cúpulas oligárquicas que adquieren poder una vez que llegan al gobierno. Y todo esto es legitimado por discursos de la resistencia peronista, discursos revolucionarios al estilo cubano, discursos bolivarianos. Es decir, fueron al mercado y compraron todo lo que había de saldos setentistas. Y esto es coordinado, elaborado y justificado por gente de la cultura que trata de crear un manto de protección sobre lo que ellos estiman que es un gobierno popular y frente a lo que denominan la "nueva derecha". Se ha creado algo que llamo el "sentimiento militante", que fertiliza en la generación de la "juventud maravillosa" una vejez maravillosa en la que el sentimiento militante es volver a vivir con aquellas consignas que ayudan a soportar el paso del tiempo.
-¿Son sólo sentimientos o también implica tratar de aplicar esos contenidos que vienen del pasado?
-La revolución comunista no se da en la esquina y algo ha pasado en los últimos 35 años. Para algunos no pasó nada y se puede volver como si el camino fuera el mismo. El sentimiento militante sirve para que, sin hacer gran cosa, quizá firmando alguna solicitada, uno pueda sentir que es parte de este rejuvenecimiento, de este revival . Y la participación de esto se logra de manera muy sencilla, se logra odiando al campo, odiando a Clarín , odiando a Coto. Odiando un par de cositas muy baratas se logra lo que en otra época fue una tragedia en vida. Es algo que impermeabiliza a ciertos sectores de la cultura, principalmente porteña, gente de Ciencias Sociales, de las facultades, alguna gente de teatro, alguna gente de los medios... Eso permite todo este tipo de ideologismo que poco tiene que ver con aquello que le puede dar al país un futuro que sea un poco distinto del pasado y un poco distinto también del presente.
-Usted seguramente cree que este gobierno nunca fue progresista.
-No creo en esas etiquetas, cuando uno dice que ése es de derecha y el otro es progresista. Creo más en algo que dice "Pepe" Mujica, el candidato a presidente de Uruguay: nos tenemos que juntar en base a una idealidad común y no en base a ideologías, como antes. ¿Qué es una idealidad? Tiene que ver con ciertos valores y ciertos modos de hacer, no con ciertos modos de discursear. No me importa la palabra progresista. ¿Qué se hace con eso si hay un gobierno que no tiene una sola denuncia por corrupción en veinte años de intendencia, como en Rosario? Pero si veo un gobierno que se da un beso con Evo Morales y, al mismo tiempo, desaparecen 1000 millones de dólares de Santa Cruz, no es progresista, es otra cosa. Es una estafa. Y estamos viviendo tiempos de estafas ideológicas, no de decadencia de valores.
-Usted es un hombre muy mediático. ¿Dónde se ubica en el debate sobre la nueva ley de medios?
-Es parte de la estafa. Todo el mundo sabe por qué. Casi todo el mundo sabía lo que pasaba durante la dictadura, casi todo el mundo sabía que había desaparecidos Todo el mundo sabía que [Carlos] Menem era corrupto y lo votaron igual en 1995, casi con el 60 por ciento. Y todo el mundo sabe que Kirchner se está vengando y que quiere destruir un aparato que rompió el pacto con él, que es el grupo Clarín. Todo el mundo decía: "No tienen vergüenza los de Clarín de sacar estos titulares a favor de Kirchner". Pero era inevitable romper el pacto salvo que el grupo Clarín quisiera quedarse sin avisadores, sin lectores, sin oyentes, sin televidentes, cuando había medio país levantado en las rutas. Yo soy un ciudadano común: leo el diario, escucho radio, veo televisión y navego por Internet. Que me digan que yo viví bajo un monopolio no es sólo faltarme el respeto a mí y a millones, porque prendo la radio a las 6 de la mañana y empiezo con la emisora de las Madres de Plaza de Mayo, y después lo escucho a [Luis] D´Elía, y después a Magdalena [Ruiz Guiñazú], y luego a [Ernesto] Tenembaum y sigo hasta Chiche [Gelblung]. ¿De qué monopolio estamos hablando? ¿Que Clarín tenía un peso excesivo? Sí, gracias a Kirchner. ¿Por qué le regalaron el cable? No tengo la menor idea. No me cabe duda de que Clarín ocupa una porción importante de la torta, pero, ¿para qué hay una ley de defensa de la competencia? Se puede regular el mundo mediático como se debería hacer con las fábricas de galletitas. ¿O sólo hay un peso excesivo en el mundo de los medios? Todo esto es para embarrar la cancha con el fin de hacerse de un beneficio. ¿Cuál? El de siempre: ocupar más lugares de poder económico y político por parte de esta nueva oligarquía kirchnerista.
-Usted es muy duro, pero el socialismo, al cual adhiere, votó la ley.
-Lo critiqué en Perfil . Hay algo que le toca en el talón de Aquiles a cierto progresismo, que tiene una idea del Estado como si fuera un ángel con un arpa. Entonces les dicen: a Aerolíneas hay que sacarla de la esfera privada y pasarla a la estatal. Y después, lo mismo con las AFJP. O que [Guillermo] Estévez Boero también pensó en una ley de radiodifusión. Todo forma parte de la idiosincrasia socialista. Y le están entregando los dineros del pueblo a un gobierno de cajas reservadas y que no rinde cuentas de lo que hace. ¿Que están socializando? No, están privatizando. Porque la privatización no es únicamente hacer privado un servicio público, sino también apropiarse privadamente de los dineros públicos.
-¿Y el papel de la oposición? Faltan ideas, pero hay un intento de Duhalde y de Rodolfo Terragno de alcanzar un pacto de gobernabilidad sobre la base de acordar políticas de Estado.
-Son intenciones o deseos. Y me permito desconfiar de Duhalde. ¿Qué antecedentes tiene para que confíe en él? ¿Por su labor como intendente o como gobernador? ¿Por haber sido vicepresidente de Menem? ¿Por haber sido uno de los que diagramó el golpe de Estado popular contra [Fernando] De la Rúa? ¿Ahora, de repente, él me va a garantizar la paz social en la Argentina? No sé qué hace Terragno ahí. Pero no sé si antes no prefiero a Kirchner. Duhalde sería como volver a una especie de fascismo criollo.
-Y a Kirchner, ¿dónde lo ubica?
-No sé. Ahí no hay doctrina, es un pragmático. Como Menem. Son muy parecidos, aunque con estilos diferentes. Son un poco psicópatas. El poder los vuelve locos. No es gente sana del todo, es un poco perversa.
-¿Y Julio Cobos? ¿Y Carrió?
-Cobos tiene una ventaja: es mentiroso, algo que en política, a veces, rinde. No le veo nada adentro (se señala la cabeza). ¿Qué Argentina nos propone? ¿Trae de Mendoza algo especial? No sé qué hace un vicepresidente. Con la resolución 125 tuvo un buen voto. De la Coalición Cívica sabemos que a [Elisa] Carrió hay que ayudarla, ya que ella no nos va a ayudar a nosotros. [Pino] Solanas cree que todavía estamos en 1950. Y después hay dirigentes interesantes como [Margarita] Stolbizer o [Martín] Sabbatella. Hay que seguir apoyando a aquellos que ocupan pequeños poderes, pero que son distintos, que son ejemplos. Pero de Sabbatella, por ejemplo, el discurso ideológico no vale nada. Lo que vale es qué hizo en Morón. Rajó a [Juan Carlos] Rousselot. ¿Por qué le tiene confianza la gente? De eso quiero hablar, no de que Aerolíneas está bien. Quiero que me hablen de lo que hacen, porque a veces lo que dicen no coincide con lo que hacen. Hoy, la política es otra cosa, es lo que haces. No importa si [Nicolas] Sarkozy en un momento era de derecha. Por algo se fueron muchos socialistas con él. No nos comamos los sapos ideológicos. Ni siquiera de [Silvio] Berlusconi. ¿Los italianos son todos fascistas porque lo apoyan? Abramos un poco la cabeza. Hay que ver qué hacés, qué hiciste por la gente. La ciudadanía argentina siempre depositó en los políticos los males o la salvación. Como si no fuera responsable. Es todo lo contrario. Se ha dejado sola a gente muy capaz.
-¿Por qué confía en Binner?
-Hay algo más importante que el apoyo a la ley de medios, que es el modo en el que él concibe hacer política. Y más importante que su partido, que es sectario y pequeño. Con él no se puede hablar de política, sino del hospital que está haciendo, de las escuelas que está construyendo. Tiene una visión distinta de lo público. Es práctico, no pragmático. No me recita a Alfredo Palacios ni me habla del contrato moral ni de las mafias que están enquistadas en el poder. El muestra que se puede gobernar de otro modo. Yo tenía un proyecto de juntar a profesionales e intelectuales con gente de gestión. Esa era la idea por la que se creó este lugar que coordino, el Centro de Estudios Municipales y Provinciales.
-¿Sale algo distinto de juntar a intelectuales con funcionarios?
-Con un gobierno abierto a la innovación, con ganas de transformación y que está en plena gestión, se le puede enseñar a estos intelectuales que manejar un gobierno no es únicamente aplicar la matriz de una ideología, porque te encontras con los escollos y tenes que negociar cosas. Eso le puede enseñar el funcionario al intelectual, y éste le puede abrir la cabeza porque una vez que entra al gobierno se mete en la burocracia. Para mí, esto es hacer filosofía: estoy todo el tiempo pensando este misterio insondable que se llama República Argentina, que es un problema que los escolásticos no tuvieron, y eso que tuvieron sus problemas.
-¿Cómo lo ayuda la filosofía a entender profundamente el país?
-Es primordial. Lo que les falta a los filósofos nacionales e internacionales es hacer periodismo. Pero como yo lo entiendo, que es pensar la actualidad. Muchos dicen que todo el mundo es una catástrofe, que todos nos vamos a morir de hambre, que el imperio va a arrasar con todo, pero les falta el día a día. Jorge Semprún, el gran escritor que fue ministro de Cultura de España, dijo que ser progresista no es de a poco, es día a día. Y yo trabajé en una empresa familiar durante 20 años y aprendí lo que es el día a día. Hoy, pensar es eso. Ir a lo puntual y tratar de crear conexiones. No poner la matriz en una cosa gorda, inalcanzable.
Nos vemos.
Fuente: Reportaje de La Nación el 18/10/2009
-La honestidad intelectual significa mantener la libertad. Y la adhesión no tiene por qué contradecirse con esa libertad. Es decir, el trabajo intelectual y la vocación intelectual te exige decir lo que pensás. Y callar únicamente cuando uno considera que está en riesgo la vida o la de los suyos. Pero en una sociedad democrática no hay otra alternativa. Uno puede adherir a un proyecto político siempre y cuando tenga total libertad de crítica. Yo, por ejemplo, adhiero al proyecto político del Frente Progresista de [Hermes] Binner, pero no estoy de acuerdo con muchas cosas y las digo y las escribo. Es fundamental que haya intelectuales de todo tipo que empujen las líneas de la conveniencia. Y que presenten los problemas y los obstáculos. Un político inteligente no sólo tiene que soportarlo, sino también darle lugar. No se da casi nunca.
-¿Incluye a los intelectuales de Carta Abierta? ¿Qué piensa de ellos?
-He pensado y escrito muchas cosas sobre Carta Abierta, y ninguna amable. (Risas.) Ellos nacen como un grupo político de apoyo a un gobierno que se ve desafiado por grupos sociales en la crisis de marzo de 2008. El Gobierno hace lo que vino haciendo casi desde los inicios de su gestión, desde que inaugura el Museo de la Memoria en la ESMA: apropiarse de cierta reivindicación de la sociedad argentina, darle un uso político para legitimar una política oscura en donde el manejo de los dineros públicos es reservado, en donde hay enriquecimientos aparentemente ilícitos, en donde se organizan nuevas cúpulas oligárquicas que adquieren poder una vez que llegan al gobierno. Y todo esto es legitimado por discursos de la resistencia peronista, discursos revolucionarios al estilo cubano, discursos bolivarianos. Es decir, fueron al mercado y compraron todo lo que había de saldos setentistas. Y esto es coordinado, elaborado y justificado por gente de la cultura que trata de crear un manto de protección sobre lo que ellos estiman que es un gobierno popular y frente a lo que denominan la "nueva derecha". Se ha creado algo que llamo el "sentimiento militante", que fertiliza en la generación de la "juventud maravillosa" una vejez maravillosa en la que el sentimiento militante es volver a vivir con aquellas consignas que ayudan a soportar el paso del tiempo.
-¿Son sólo sentimientos o también implica tratar de aplicar esos contenidos que vienen del pasado?
-La revolución comunista no se da en la esquina y algo ha pasado en los últimos 35 años. Para algunos no pasó nada y se puede volver como si el camino fuera el mismo. El sentimiento militante sirve para que, sin hacer gran cosa, quizá firmando alguna solicitada, uno pueda sentir que es parte de este rejuvenecimiento, de este revival . Y la participación de esto se logra de manera muy sencilla, se logra odiando al campo, odiando a Clarín , odiando a Coto. Odiando un par de cositas muy baratas se logra lo que en otra época fue una tragedia en vida. Es algo que impermeabiliza a ciertos sectores de la cultura, principalmente porteña, gente de Ciencias Sociales, de las facultades, alguna gente de teatro, alguna gente de los medios... Eso permite todo este tipo de ideologismo que poco tiene que ver con aquello que le puede dar al país un futuro que sea un poco distinto del pasado y un poco distinto también del presente.
-Usted seguramente cree que este gobierno nunca fue progresista.
-No creo en esas etiquetas, cuando uno dice que ése es de derecha y el otro es progresista. Creo más en algo que dice "Pepe" Mujica, el candidato a presidente de Uruguay: nos tenemos que juntar en base a una idealidad común y no en base a ideologías, como antes. ¿Qué es una idealidad? Tiene que ver con ciertos valores y ciertos modos de hacer, no con ciertos modos de discursear. No me importa la palabra progresista. ¿Qué se hace con eso si hay un gobierno que no tiene una sola denuncia por corrupción en veinte años de intendencia, como en Rosario? Pero si veo un gobierno que se da un beso con Evo Morales y, al mismo tiempo, desaparecen 1000 millones de dólares de Santa Cruz, no es progresista, es otra cosa. Es una estafa. Y estamos viviendo tiempos de estafas ideológicas, no de decadencia de valores.
-Usted es un hombre muy mediático. ¿Dónde se ubica en el debate sobre la nueva ley de medios?
-Es parte de la estafa. Todo el mundo sabe por qué. Casi todo el mundo sabía lo que pasaba durante la dictadura, casi todo el mundo sabía que había desaparecidos Todo el mundo sabía que [Carlos] Menem era corrupto y lo votaron igual en 1995, casi con el 60 por ciento. Y todo el mundo sabe que Kirchner se está vengando y que quiere destruir un aparato que rompió el pacto con él, que es el grupo Clarín. Todo el mundo decía: "No tienen vergüenza los de Clarín de sacar estos titulares a favor de Kirchner". Pero era inevitable romper el pacto salvo que el grupo Clarín quisiera quedarse sin avisadores, sin lectores, sin oyentes, sin televidentes, cuando había medio país levantado en las rutas. Yo soy un ciudadano común: leo el diario, escucho radio, veo televisión y navego por Internet. Que me digan que yo viví bajo un monopolio no es sólo faltarme el respeto a mí y a millones, porque prendo la radio a las 6 de la mañana y empiezo con la emisora de las Madres de Plaza de Mayo, y después lo escucho a [Luis] D´Elía, y después a Magdalena [Ruiz Guiñazú], y luego a [Ernesto] Tenembaum y sigo hasta Chiche [Gelblung]. ¿De qué monopolio estamos hablando? ¿Que Clarín tenía un peso excesivo? Sí, gracias a Kirchner. ¿Por qué le regalaron el cable? No tengo la menor idea. No me cabe duda de que Clarín ocupa una porción importante de la torta, pero, ¿para qué hay una ley de defensa de la competencia? Se puede regular el mundo mediático como se debería hacer con las fábricas de galletitas. ¿O sólo hay un peso excesivo en el mundo de los medios? Todo esto es para embarrar la cancha con el fin de hacerse de un beneficio. ¿Cuál? El de siempre: ocupar más lugares de poder económico y político por parte de esta nueva oligarquía kirchnerista.
-Usted es muy duro, pero el socialismo, al cual adhiere, votó la ley.
-Lo critiqué en Perfil . Hay algo que le toca en el talón de Aquiles a cierto progresismo, que tiene una idea del Estado como si fuera un ángel con un arpa. Entonces les dicen: a Aerolíneas hay que sacarla de la esfera privada y pasarla a la estatal. Y después, lo mismo con las AFJP. O que [Guillermo] Estévez Boero también pensó en una ley de radiodifusión. Todo forma parte de la idiosincrasia socialista. Y le están entregando los dineros del pueblo a un gobierno de cajas reservadas y que no rinde cuentas de lo que hace. ¿Que están socializando? No, están privatizando. Porque la privatización no es únicamente hacer privado un servicio público, sino también apropiarse privadamente de los dineros públicos.
-¿Y el papel de la oposición? Faltan ideas, pero hay un intento de Duhalde y de Rodolfo Terragno de alcanzar un pacto de gobernabilidad sobre la base de acordar políticas de Estado.
-Son intenciones o deseos. Y me permito desconfiar de Duhalde. ¿Qué antecedentes tiene para que confíe en él? ¿Por su labor como intendente o como gobernador? ¿Por haber sido vicepresidente de Menem? ¿Por haber sido uno de los que diagramó el golpe de Estado popular contra [Fernando] De la Rúa? ¿Ahora, de repente, él me va a garantizar la paz social en la Argentina? No sé qué hace Terragno ahí. Pero no sé si antes no prefiero a Kirchner. Duhalde sería como volver a una especie de fascismo criollo.
-Y a Kirchner, ¿dónde lo ubica?
-No sé. Ahí no hay doctrina, es un pragmático. Como Menem. Son muy parecidos, aunque con estilos diferentes. Son un poco psicópatas. El poder los vuelve locos. No es gente sana del todo, es un poco perversa.
-¿Y Julio Cobos? ¿Y Carrió?
-Cobos tiene una ventaja: es mentiroso, algo que en política, a veces, rinde. No le veo nada adentro (se señala la cabeza). ¿Qué Argentina nos propone? ¿Trae de Mendoza algo especial? No sé qué hace un vicepresidente. Con la resolución 125 tuvo un buen voto. De la Coalición Cívica sabemos que a [Elisa] Carrió hay que ayudarla, ya que ella no nos va a ayudar a nosotros. [Pino] Solanas cree que todavía estamos en 1950. Y después hay dirigentes interesantes como [Margarita] Stolbizer o [Martín] Sabbatella. Hay que seguir apoyando a aquellos que ocupan pequeños poderes, pero que son distintos, que son ejemplos. Pero de Sabbatella, por ejemplo, el discurso ideológico no vale nada. Lo que vale es qué hizo en Morón. Rajó a [Juan Carlos] Rousselot. ¿Por qué le tiene confianza la gente? De eso quiero hablar, no de que Aerolíneas está bien. Quiero que me hablen de lo que hacen, porque a veces lo que dicen no coincide con lo que hacen. Hoy, la política es otra cosa, es lo que haces. No importa si [Nicolas] Sarkozy en un momento era de derecha. Por algo se fueron muchos socialistas con él. No nos comamos los sapos ideológicos. Ni siquiera de [Silvio] Berlusconi. ¿Los italianos son todos fascistas porque lo apoyan? Abramos un poco la cabeza. Hay que ver qué hacés, qué hiciste por la gente. La ciudadanía argentina siempre depositó en los políticos los males o la salvación. Como si no fuera responsable. Es todo lo contrario. Se ha dejado sola a gente muy capaz.
-¿Por qué confía en Binner?
-Hay algo más importante que el apoyo a la ley de medios, que es el modo en el que él concibe hacer política. Y más importante que su partido, que es sectario y pequeño. Con él no se puede hablar de política, sino del hospital que está haciendo, de las escuelas que está construyendo. Tiene una visión distinta de lo público. Es práctico, no pragmático. No me recita a Alfredo Palacios ni me habla del contrato moral ni de las mafias que están enquistadas en el poder. El muestra que se puede gobernar de otro modo. Yo tenía un proyecto de juntar a profesionales e intelectuales con gente de gestión. Esa era la idea por la que se creó este lugar que coordino, el Centro de Estudios Municipales y Provinciales.
-¿Sale algo distinto de juntar a intelectuales con funcionarios?
-Con un gobierno abierto a la innovación, con ganas de transformación y que está en plena gestión, se le puede enseñar a estos intelectuales que manejar un gobierno no es únicamente aplicar la matriz de una ideología, porque te encontras con los escollos y tenes que negociar cosas. Eso le puede enseñar el funcionario al intelectual, y éste le puede abrir la cabeza porque una vez que entra al gobierno se mete en la burocracia. Para mí, esto es hacer filosofía: estoy todo el tiempo pensando este misterio insondable que se llama República Argentina, que es un problema que los escolásticos no tuvieron, y eso que tuvieron sus problemas.
-¿Cómo lo ayuda la filosofía a entender profundamente el país?
-Es primordial. Lo que les falta a los filósofos nacionales e internacionales es hacer periodismo. Pero como yo lo entiendo, que es pensar la actualidad. Muchos dicen que todo el mundo es una catástrofe, que todos nos vamos a morir de hambre, que el imperio va a arrasar con todo, pero les falta el día a día. Jorge Semprún, el gran escritor que fue ministro de Cultura de España, dijo que ser progresista no es de a poco, es día a día. Y yo trabajé en una empresa familiar durante 20 años y aprendí lo que es el día a día. Hoy, pensar es eso. Ir a lo puntual y tratar de crear conexiones. No poner la matriz en una cosa gorda, inalcanzable.
Nos vemos.
Fuente: Reportaje de La Nación el 18/10/2009
Comentarios
Estudio muchos años, pero patio la calle muy poco.
Es por eso que dice lo que dice, ve a la política a través de un TV o un libro.
Chau Chamigo!.
Solo Mendoza le hace sombra con Cobos
No me molesta ni me extraña que este tendero fracasado adhiera al proyecto político del movimiento de nuestro opa gobernador, puesto que tal proyecto no existe o no ha sido balbuceado por el opa máximo.
De tal manera Abraham no se vé obligado como nosotros a desempolvar viejas ideologías, el puede inventársela a su paladar, que mejor para tan profundo filósofo
Yo hace varios años que no tengo televisión,pero recuerdo de aquella época (primeros años de la presidencia de Néstor Kirchner)haberlo visto en varios programas políticos criticar duramente al Presidente,a la izquierda y definirse de derecha.
¿Ahora dice que es socialista?
Porque convengamos,por mas truchos que sean los socialistas,en los papeles son izquierda,aunque solo sea en los papeles.
Además,si esas categorías hay que abandonarlas (como recomienda en su confuso discurso)¿Para que te definís como de derecha (antes) o como socialista (ahora).
Psicólogo y rehabilitación ya para los restos de Tomás Abraham !!!
Otra duda:¿Será la demencia el riesgo que corren los que se adentran demasiado en las profundidades laberinticas del pensamiento puro?
Para pensarlo,pero no mucho,ojo que la locura acecha detrás de cada reflexión,de cada conclusión provisoria y tambaleante....
Tomasito, como filósofo, es un buen fabricante de medias...verdades.
Le faltó decir que los 180 $ por hijo los pobres se lo van a gastar en vino.
Silvia que tengas un buen fin de jornada.
Saludos a todos.
Desencantado de Carrió, ahora su visión política es esa fascinación pequebú por la "gestión", el municipalismo, la prolijidad administrativa, muy cercana a los votantes de Macri. Es de los que siempre apuestan a perdedor para sentirse impolutos, inocentes de todo, y así tener siempre la "autoridad moral" para levantar el dedo acusador. Igual, su única importancia está en que sale en los medios. Si no, ¿a quien carajos le importa Tomás Abraham?
yo lo tuve como profesor en la facultad, durante el alfonsinismo, y parecía piola, ahora lo escuchás y confunde, ¿sabés por qué? porque mezcla algunas cosas ciertas con barbaridades gorilas y entonces confunde y distorsiona, es un mal bicho y no creo en su honestidad intelectual...
abrazo
Abel Posse frente a la zurda
por Oscar Portela
El 99 por ciento de los que opinan sobre Posse no han leído ni uno de los numerosos libros del Escritor Argentino con mayor prestigio en el exterior: habría que preguntárselo a Camilo José Cela.
¿Por lo tanto como una tal Silvina Gvirtz puede "hablar con ligereza de Educación?
¿Que autoridad ostenta Nelson Castro quien con seguridad se ha pasado por alto “Daimón” o el stasi Fernández, que nos tiene acostumbrados a su ligeros comentarios de los grandes escritores y que debería comentar “El Estado de sitio” de Camus, como referencia a la Argentina de hoy.
Claro que está pagada por el Conicet y sus prebendas políticas.
Ahora bien, si esta señora puede presentar una tesis sobre la percepción y construcción de la temporalidad en "Los Perros del Paraíso", aceptaré sus discrepancias con Posse.
Resulta clarísimo que mas del 88 por ciento de los Argentinos no conoce a sus escritores más notables y que su capacidad de análisis para la lectura es realmente pobrísima.
El tema es otro y los montoneros que gobiernan el país en nombre de los derechos "humanos" se crispan cuando oyen hablar de orden, en un país sumidos en la miseria cultural y el caos.
Tampoco Macri sabe porque nombró a alguien a quien le queda chico este cargo.
Lo hizo porque Ramón Puerta le ofreció a las desesperadas esa opción como solución.
Pocos políticos han leído a Posse y conocen las fuentes de la que se nutre su pensamiento, que abrevó en lo más hondo y visceral del arte y el pensamiento filosófico universal.
¿Pero como va a asumir en Educación alguien que dialogó con Martin Heidegger e incluso tradujo algunas de sus páginas?
¿Que los progres que manejan una República de analfabetos conteste pues todavía hablan de derechos humanos, cuando la indigencia hace estragos en un país paralizado como el nuestro.
El tema es y será otro.
Argentina : Evo Morales acaba de gastar mas de cien millones de dólares en su Ejercito - mientras la señora de Abal Medina, sícaria de los Kirchner, vino para terminar de disolver el Ejército Argentino, como si con este no hubiese nacido la patria y Posse no temería decirlo.
Y como Posse es el único intelectual no hipócrita de la Argentina actual, en lugar de enumerar a los intelectuales de todo el mundo que han elogiado su nombre, se prefiere y pretende enlodar el suyo, hablando de su "presunta" colaboración con el comandante Emilio Massera.
Que recuerden quienes esto sostienen que la muerte de Elena Holmberg fué obra de los Montoneros como dobles agentes obedeciendo ordenes de Massera.
El largo atardecer del caminante
poema de Oscar Portela
a Abel Posse
Es de noche. Ventisca helada
y sueños arden ahora
justo a orillas del Volga.
Es un vivaque ardido en el desierto
donde lo abierto se deshoja
en el blanco infinito
de un árido camino. Larga es la
noche, larga. Y el hombre
que está solo y espera
piensa en la pampa, piensa en
los gauchos de un incierto
paraje y su osadía se refleja
en sombras que las llamas arrojan
sobre el hielo. En su exilio
interior de caminante
es el mundo su patria. Pero su
corazón que sangra
deja las huellas sobre
la hermosura transfigurada
en hielo. Vuelve el hombre
aterido por tanto sueño
vano a su manso refugio.
Y allí junto a todas las islas
voladas por el agua sueña que
sueña. Escribe, total el mundo
es solo sueño. Ni por mar ni tierra
llegarás al hiperbóreo
espejo que tú buscas.
El caminante tras su escritorio
piensa e inventa un mundo
donde todo cabe. El tal vez,
la fabula, el empezar de nuevo,
y mientras un sol pálido
cubre su frente pálida, regresa
al Otro sueño, al mas sueño
donde los infelices se atan a la luz
como a la salvación posible.
www.universoportela.com.ar