Quien es Juan Carlos "el chueco" Mazzón
Como si fuera un general en plena batalla, su despacho, ubicado en el primer piso de la Casa Rosada, allí donde también está la oficina de la Presidenta y la del Jefe de Gabinete, tiene varios mapas de la Argentina colgados de las paredes. Una gráfica, que le es funcional a Juan Carlos Mazzón -a quien todos llaman por su apodo, El Chueco-, uno de los principales operadores electorales de Néstor y Cristina Kirchner, y un claro impulsor de la estrategia de peronizar la campaña y recostarse en los gobernadores y los intendentes, de cara a las complicadas elecciones que se avecinan.
Es un ferviente devoto de las candidaturas testimoniales: para él son cruciales para juntar votos, y lo dirá sin anestesia y sin eufemismos este peronista que nació en Santa Fe pero que hizo toda su carrera política en Mendoza, desde donde se convirtió en el inventor y luego mentor de José Luis Manzano, desde el inicio de la primavera democrática.
Siempre hizo el mismo trabajo, independientemente del cargo formal que ocupase. Eso no importa. Desde hace más de 40 años, su tarea fue la de ser un operador del poder peronista. Trabajar para el jefe, para algún jefe, con el fin de que el aparato del PJ se siga reproduciendo, amplíe su dominio y, en lo posible, afronte la menor oposición.
Para muchos, es un hombre respetado, un articulador de alto nivel, que sabe tejer lazos con todos, amigos y enemigos. Para otros, en cambio, no tiene palabra y no cumple con ningún pacto. Están quienes lo ven como un componedor neto. Y están quienes lo ven como un complotador oscuro.
Su grado de influencia política hoy, que creció frente al matrimonio K con la salida de Alberto Fernández, es inversamente proporcional a su exposición: tal como corresponde a un monje negro, puede salir a caminar perfectamente por Florida sin que nadie sepa de quién se trata.
Desde la vuelta a la democracia, trabajó con todos: Antonio Cafiero, Manzano, Menem, Cavallo, Ruckauf, Duhalde, Kirchner, y ahora Cristina. Desde 2002, con la gestión de Duhalde, está en su cargo actual, aunque no en la misma oficina, de la que fue desplazado por Alberto Fernández, su enemigo en el Gabinete, cuando gozaba de la confianza del matrimonio presidencial.
Se queja del banquero cooperativista Carlos Heller porque, según cree, no mide nada. Pero, en realidad, su queja es más de fondo: Mazzón siempre detestó la idea de la transversalidad. De alli su enfrentamiento con Fernández. A este peronista puro, que empezó a militar en la agrupación derechista Guardia de Hierro en Mendoza, no le agrada un Zaffaroni en la Corte, ni una Ocaña en el riñón del Gobierno.
Entre sus operaciones políticas, se acredita el pacto entre el ex presidente y el ex ministro de Economía Roberto Lavagna. Una "articulación", por llamarla de algún modo, que hizo junto con su amigo José Pampuro. Fue también el encargado de juntar a peronistas ortodoxos y progresistas, heridos y repatriados, que se unieron nuevamente para revitalizar la más fuerte estructura partidaria de la Argentina, el PJ, con Kirchner a la cabeza.
Lo de "chueco" es un apodo cruel de juventud, que la política -también cruel- continuó. Tiene un problema en una pierna. De chico sufrió osteomielitis, una infección aguda de los huesos que se le manifestó en un fémur, por la que actualmente debe llevar una prótesis.
Militó en la agrupación Guardia de Hierro, en su juventud, aunque su nombre empezó a hacerse conocido durante el menemismo, cuando fue viceministro de José Luis Manzano, a quien antes había apadrinado políticamente.
Sus buenos vínculos con la oposición -práctica poco kirchnerista- y su paciente tejido en las distintas líneas del PJ son prácticas que quizás haya tomado del intrigante fundador de Guardia de Hierro, Alejandro El Gallego Alvarez. El mentor de la agrupación formadora de cuadros nacionalistas del PJ en los 70, a la que Mazzón estuvo ligado, creía que la organización vencería al tiempo.
Con Manzano, integraban el mismo grupo estudiantil. En 1969, Mazzón participaba en lo que fue el Frente Estudiantil Nacional (FEN), que conducía Roberto Grabois. Luego se fusionaron, todos, con Guardia de Hierro, enfrentada con Montoneros. Es que el FEN viró del marxismo a ser vehículo peronizador de la clase media. Guardia buscó y logró un acercamiento con militantes nacionalistas mendocinos. Entre 1969 y 1971, Guardia, el FEN y los Comandos Tecnológicos Peronistas del teniente Julián Licastro convergieron en lo que se llamó el "trasvasamiento generacional". Pero cuando llegó Peron, los guardianes ya habían diseminado su impronta en esta mezcla, alejando definitivamente a los Comandos Tecnológicos en los que revistaba por ejemplo José Octavio Bordón.
Si bien se conocían desde antes, fue más o menos para la época en que se negoció la privatización de YPF cuando trabó relación con los Kirchner; muchos peronistas sostienen que Mazzón fue algo así como un garante con las provincias para que respaldaran la privatización de la petrolera estatal. Fue quien arregló con los gobernadores petroleros las regalías. Kirchner, desde luego, estaba entre ellos.
Después, en el 94, fue su asesor cuando Kirchner fue convencional constituyente.
Se mantuvo mucho tiempo en las sombras, donde le gusta estar, hasta que regresó a las ligas mayores de la política, de la mano de Duhalde. Entonces, en la pos-crisis, era el único no bonaerense que podía entrar a la oficina del Presidente sin golpear la puerta.
Tiene una única foto en su despacho, en la que aparece con otro incondicional K, el ministro del Interior, Florencio Randazzo. Ambos se muestran abrazados y sonrientes, al lado del busto del general Perón.
Sabe que con los Kirchner hará lo mismo que con Menem: como quiera que siga la película K, él los acompañará hasta el último día en el poder.
Nos vemos, buen domingo.
Síntesis de la versión peyorativa de La Nación
Comentarios
la nazión hace una operación para denostar a los interlocutores del peronismo.
sería interesante que escriban sobre rendo o lópez matheu también.
saludos entrerrianos!
VMercedes
Grazia Maria Cucinotta@yahoo.com.mx .