La culpa de todo la tiene el gobierno

No sólo hay lucha de clases en las sociedades nacionales, también hay lucha de países en la sociedad mundial. Proletariado, clase media y burguesía son expresiones equivalentes a primer, segundo y tercer mundo.

La Argentina, por caso, vendría a ser un país del segundo mundo, es decir, de clase media-media, esa franja que flota entre el segmento más acomodado y el más pobre, los que llegan justo a fin de mes y a los que cada aumento de las expensas o de la obra social le hace temblar la pera. Esos que salen poco a comer afuera, cada vez menos, y ni qué hablar si además tienen chicos. Esos hogares donde el hijo trabaja y estudia, la madre ahorra hasta las monedas y el padre tiene doble empleo. Eso cuando hay trabajo, claro, y siempre que no los agarre un alocado consumismo, como en la época de Menem, y deban pasar otro año con su mismo traje, con su mismo suéter, con su mismo miedo.

Estados Unidos, Europa y Japón representan a las burguesías del mundo. Son los desarrollados, industrializados y tecnologizados; países donde se come bien, se estudia fácil y se trabaja mucho; donde hay vacaciones para todos y semestres sabáticos para los profesores, donde los autos y las viviendas son accesibles. Países donde todos o casi todos pueden tener de todo o casi de todo.

Pero los países proletarios la pasan realmente mal: la comida no alcanza, el trabajo no alcanza, la educación no alcanza y la invocación al desarrollo es un chiste de mal gusto. Así es la vida en casi toda el África, buena parte de América latina, Indonesia, India y sus vecinos, y en Oriente Medio, con excepción de los petroleros, Egipto e Israel.

Tanto producís, tanto valés. Pero las inversiones son caprichosas; los capitales golondrina se han convertido en cuervos, el dólar es escurridizo y cualquier argentino que pueda hacerlo tiene unos mangos afuera. Y ya hay tantos dólares afuera que alcanzarían para pagar (y apagar) la deuda externa. Y todavía sobraría lo suficiente como para terminar Yacyretá, canalizar el Bermejo y limpiar el Riachuelo.

Pero ya se sabe que la culpa de todo la tiene el gobierno, este gobierno, no otro u otros que lo precedieron ni las dictaduras que nos han asolado. Sin que nos diéramos cuenta nos han hecho pasar del estado de bienestar económico al estado de culpabilidad política. No importa que haya una crisis financiera internacional como no hubo otra igual desde 1929; no importa que los medios, identificados como nunca con los intereses del establishment, bombardeen cotidianamente al Poder Ejecutivo, tanto que ya violan el verosímil periodístico, el límite de lo creíble, que es la base de esta profesión. No importa: la culpa la tiene el gobierno.

El establishment castiga periódicamente a los trabajadores con políticas Hood Robin, como lo hizo cuando gobernaba el Gran Depredador Riojano. Del mismo modo, la potencia dominante y sus socios de Europa y Japón están decidiendo qué países saldrán de la crisis, cómo saldrán de la crisis y hacia dónde saldrán. Lo sepan o no, están decidiendo también cómo será la próxima crisis, porque todo indica que no impondrán reglamentaciones duras para asegurarse que el mismo desastre no se vuelva a repetir. Total, quienes toman estas medidas nunca arriesgan su casa, ni su empleo, ni sus vacaciones, y nunca los agarró el corralito.

Mientras, los países proletarios de cinco continentes tratan por todos los medios de preservar empleos que si se pierden será muy difícil recuperar. Tratan de comprar menos y de vender más, pero eso no es fácil. Algunos pueden exportar hacia adentro, como China; otros hacia afuera, como la Argentina, Brasil y México, pero todos ellos deben lidiar con las inversiones, el dólar, el déficit, la tecnología, y también con el hambre, la educación y la salud…

Pero de algo estamos seguros: la culpa de todos los problemas la tiene el gobierno argentino, según la oposición argentina; la tiene el gobierno español, según la oposición española, y hasta el propio Barack Obama, según los republicanos, que nunca tienen la culpa de nada.

Nos vemos.


Fuente: BAE

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Excelente Maestro, más allá de quién tiene la culpa, lo que plantea si no me equivoco o por lo menos lo interpreto así, si seríamos capaces de producir con reglas claras, trabajo genuino, tecnológias limpias, conciencia socio ambiental, en fin escuchaba a no se quién decir hay una Suecia con ese nivel de vida porque otro puede que Africa lo está sufriendo, o Finlandia anda tan bien porque a Botnia la tenemos cerca acá al lado...en fin
Creo que con un título simple planteas temas trascendentales, casi existenciales, cómo querríamos vivir?, más allá de lo que podamos, hacernos una idea de lo que sería optimo, con ética, sin que los nuestros o los de fuera, en fin nadie pague las consecuencias. Me encantó el post !!!! Saludos compañero!!!