La renta sojera
por Federico Bernal
¿Cuáles son las causas de una Argentina subdesarrollada? La continuidad de una superestructura económica y cultural que le permite a una clase minoritaria apropiarse del excedente del trabajo social y la renta estratégica del país. ¿Y cuál es esa renta? ¿Es la petrolera, como en Venezuela? ¿Es la cuprífera, como en Chile, o la aurífera, como en el Perú? ¿Tal vez la gasífera y la minera, como en Bolivia? No, es la renta agraria, la única que, a diferencia de las anteriores, cumple con el doble atributo que toda renta estratégica debe tener para abatir las verdaderas causas del subdesarrollo en un país periférico.
El primer atributo, su valor cuantitativo: la mayúscula generación de capital aportada por el agro en relación con otros sectores primarios. Por ejemplo y según datos del Instituto de Estudios Económicos de la Sociedad Rural Argentina, el valor de la producción de cereales y oleaginosas para la campaña 2007/08 fue de 70.845 millones de pesos o 19.147 millones de dólares. Las exportaciones de aceites de soja y girasol, pellets de soja y harina de trigo totalizaron unos 11.602 millones de dólares en lo que va de esta campaña.
El segundo atributo, el cualitativo: constituye el sostén y la fuente de poder del histórico y tradicional frente oligárquico-burgués del país. Un frente cuya supervivencia se cimenta justamente en la apropiación de esa renta agraria, apropiación que además conlleva: 1) la eliminación progresiva de los agricultores familiares y de los pequeños y medianos productores; 2) la intensificación del latifundismo y la concentración de la tierra; 3) la baja productividad del sector; y 4) la explotación del trabajador rural.
A los atributos cuantitativo y cualitativo, habría que agregarles un tercero, consecuencia de la mal denominada “federalización” de recursos legada del menemismo: la renta agraria es la única que aún no ha sido provincializada en términos jurídicos, razón por la cual su apropiación, redistribución y federalización (federalismo contrario al esgrimido por la Mesa de Enlace) presenta menores escollos de los que generaría la nacionalización de las rentas minera e hidrocarburífera.
En razón de lo expuesto y dado el carácter aún primario de la economía nacional, la viabilidad de cualquier proyecto de industrialización en un contexto social inclusivo deberá cimentarse –por algunos años y de acuerdo con el grado de diversificación y modernización que vaya adquiriendo el aparato productivo– no sólo en la transferencia de esta renta al sector industrial (fundamentalmente orientado a las pymes, a la diversificación del tejido industrial y a la constante mejora de los asalariados) sino además en el aumento exponencial de su valor cuantitativo (procurando la dessojización paulatina).
De lo anterior se desprende que, no obstante el antagonismo entre los dos modelos de acumulación posibles en la Argentina, ambos se sustentan en igual recurso: la renta agraria. El modelo agroexportador, basado en la explotación de las ventajas comparativas primarias del país, la precisa para subsistir; el modelo industrialista, con inclusión social para terminar de germinar y afianzarse.
Ahora bien, visto que la soja aportó un 58 por ciento del valor de la producción total para la campaña 2007/08 (un 70 por ciento para lo que va de la campaña 2008/09), visto que las exportaciones de porotos, pellets y aceite de soja alcanzan unos 13.800 millones de dólares (79 por ciento del valor de las exportaciones totales en lo que va de la campaña 2008/09); comprobado asimismo el nivel de concentración de su producción en tan pocas y poderosas manos (cerca del 3 por ciento de los productores cuentan con aproximadamente un 30 por ciento de la cosecha), puede afirmarse entonces que producto de la sojización progresiva del área sembrada total, la renta estratégica al verdadero progreso argentino es hoy la renta sojera. En otras palabras, de la misma manera que el café hizo a la industrialización en Brasil (sobre todo a partir de 1930), que el tándem trigo-maíz hizo al fortalecimiento del peronismo entre el 1945-1952, o que el petróleo hace hoy a la industrialización en Venezuela, la soja (la renta agraria en su conjunto) hace al éxito de un nuevo modelo de acumulación en la Argentina, generando e implantando las condiciones objetivas para el desarrollo industrial con justicia.
El primer atributo, su valor cuantitativo: la mayúscula generación de capital aportada por el agro en relación con otros sectores primarios. Por ejemplo y según datos del Instituto de Estudios Económicos de la Sociedad Rural Argentina, el valor de la producción de cereales y oleaginosas para la campaña 2007/08 fue de 70.845 millones de pesos o 19.147 millones de dólares. Las exportaciones de aceites de soja y girasol, pellets de soja y harina de trigo totalizaron unos 11.602 millones de dólares en lo que va de esta campaña.
El segundo atributo, el cualitativo: constituye el sostén y la fuente de poder del histórico y tradicional frente oligárquico-burgués del país. Un frente cuya supervivencia se cimenta justamente en la apropiación de esa renta agraria, apropiación que además conlleva: 1) la eliminación progresiva de los agricultores familiares y de los pequeños y medianos productores; 2) la intensificación del latifundismo y la concentración de la tierra; 3) la baja productividad del sector; y 4) la explotación del trabajador rural.
A los atributos cuantitativo y cualitativo, habría que agregarles un tercero, consecuencia de la mal denominada “federalización” de recursos legada del menemismo: la renta agraria es la única que aún no ha sido provincializada en términos jurídicos, razón por la cual su apropiación, redistribución y federalización (federalismo contrario al esgrimido por la Mesa de Enlace) presenta menores escollos de los que generaría la nacionalización de las rentas minera e hidrocarburífera.
En razón de lo expuesto y dado el carácter aún primario de la economía nacional, la viabilidad de cualquier proyecto de industrialización en un contexto social inclusivo deberá cimentarse –por algunos años y de acuerdo con el grado de diversificación y modernización que vaya adquiriendo el aparato productivo– no sólo en la transferencia de esta renta al sector industrial (fundamentalmente orientado a las pymes, a la diversificación del tejido industrial y a la constante mejora de los asalariados) sino además en el aumento exponencial de su valor cuantitativo (procurando la dessojización paulatina).
De lo anterior se desprende que, no obstante el antagonismo entre los dos modelos de acumulación posibles en la Argentina, ambos se sustentan en igual recurso: la renta agraria. El modelo agroexportador, basado en la explotación de las ventajas comparativas primarias del país, la precisa para subsistir; el modelo industrialista, con inclusión social para terminar de germinar y afianzarse.
Ahora bien, visto que la soja aportó un 58 por ciento del valor de la producción total para la campaña 2007/08 (un 70 por ciento para lo que va de la campaña 2008/09), visto que las exportaciones de porotos, pellets y aceite de soja alcanzan unos 13.800 millones de dólares (79 por ciento del valor de las exportaciones totales en lo que va de la campaña 2008/09); comprobado asimismo el nivel de concentración de su producción en tan pocas y poderosas manos (cerca del 3 por ciento de los productores cuentan con aproximadamente un 30 por ciento de la cosecha), puede afirmarse entonces que producto de la sojización progresiva del área sembrada total, la renta estratégica al verdadero progreso argentino es hoy la renta sojera. En otras palabras, de la misma manera que el café hizo a la industrialización en Brasil (sobre todo a partir de 1930), que el tándem trigo-maíz hizo al fortalecimiento del peronismo entre el 1945-1952, o que el petróleo hace hoy a la industrialización en Venezuela, la soja (la renta agraria en su conjunto) hace al éxito de un nuevo modelo de acumulación en la Argentina, generando e implantando las condiciones objetivas para el desarrollo industrial con justicia.
Comentarios
Un abrazo.
Cualquiera que lee esto, pensaría que esa actividad representa por si misma el 40% del PBI, que ocupa al 50% de la gente, que todos los ricos que uno ve en la tele, en las revistas, en la política provienen de esa "clase minoritaria". Una especie de Kuwait criollo, con estancieros jeques.
Todos sabemos que eso no existe, y después le vamos a poner números.
Pero primero vamos a algo más básico, el error de comparar la renta o ganancia proveniente de un recurso natural no renovable, como la minería de los ejemplos citados por el autor.
Los recursos no renovables son propiedad estatal, como el subsuelo, espejos y cursos de agua.
El estado puede concesionarlos, pero desde 1853 el el único dueño, con el agregado en 1994 de su provincialización. La tierra, en cambio, es privada, y los frutos de ella también. Por la misma Constitución, y así es en el resto del mundo (salvo Corea del Norte y Cuba).
Con los recursos no renovables, el petroleo que no saco hoy, lo puedo sacar mañana. Con la agricultura no es así, cada año se obtiene una cosecha diferente, lo que no siembro y cosecho este año, esta perdido, no lo voy a cosechar el año que viene.
Por eso son incomparables. Unos son constitucionalmente estatales(aunque se entreguen a privados), en el otro caso son constitucionalmente privados, del que tiene la escritura (la tierra o del que la produce(los frutos).
El autor consigna 19.000 millones de U$S en 2008. En este año serán 15.000. Todo eso es renta?
Por supuesto que no, además de las retenciones estan los costos.
El flete (o sea los camioneros, el combustible, las fábricas de camiones, las "ruteras", etc) se lleva en promedio el 8% del valor de la producción a valor tranquera.
Los cosecheros se llevan el 7 %, a pesar de que son muchos menos que los productores (unos 10.000 como mucho), les va bien, pero no estamos hablando de multimillonarios. Pueden reponer sus máquinas y vivir bien, no mucho más.
Y todavía falta el resto de los costos.
Cuánto será la renta pura, entendida como tal lo que se lleva el dueño de la tierra cuando actúa como rentista?
Serán 200 dólares promedio por ha, serán 300? En los 30 millones de ha que se siembran serán entonces de 6 a 9000 millones de dólares.
Cuánto es el PBI de la Argentina?
Nada menos que 570.000 millones de dólares.
O sea que la renta cuya apropiación puede hacer la diferencia entre desarrollarnos o no, es entre el 1 y el 1,5% del PBI. Y la producción agrícola total el 3%.
Toda la producción agropecuaria total, (no la ganancia) incluyendo ganadería, pollos, horticultura, lana, frutas, forestación, miel etc es menos del 8% del PBI.
Cómo puede decir Acevedo que de ahí esta la "renta estratégica" que determina el desarrollo del país?
Después tira unas cuentitas, y menciona como al pasar la concentración de la produción. El 3% de los productores produce el 30%. O sea que el 30% esta en 3000 manos. O sea el sector más desconcentrado de la economía argentina. El que lo sigue en desconcentración es el comercio minorista, donde 6 cadenas controlan el 50%. El resto de la economía, incluyendo cualquier sector industrial, esta muchísimo más concentrado.
Es lógico, con el 1%o 2% del PBI no puede cambiar el destino industrial de ningún país, afianzar ningún modelo industrial ni nada.
Pero obviamente pensar en desangrar el campo, y a la vez que engorde es medio utópico.
Como el artículo, un disparate de cabo a rabo.