LEALTAD Y MILITANCIA
Da la sensación que el peronismo esta parapetado cuidando los movimientos del adversario. Durante estos días se han escrito post conteniendo párrafos resguardando lo que tanto costó conseguir. Defendiendo con palabras los embates de los conservadores de siempre y analizando tal vez con una crítica desmesurada la movida de militantes que se alejan de los cuadros con cierto malhumor.
Estamos transitando épocas no tan distintas a 1945, en cuanto a los intereses que deben defenderse. Se lucha desde toque por una patria justa, libre y soberana. Apasionadamente. El peronismo ha resistido todos los tiempos. Todos los líderes posteriores a Perón buscaron y construyeron con el consenso de las bases. Los líderes tienen que ser capaces de responder a las exigencias de las circunstancias históricas. A lo largo de la historia moderna de la democracia, desde 1983 a la fecha, los líderes que no pueden o no saben hacerlo dejan de serlo. Luther desaparece en 1983, Cafiero entró en una decadencia desde que perdió las internas, Menem termina cuando reconoce que no puede ganarle a Kirchner y Duhalde cuando pierde con Cristina.
Se puede perdonar que bajen las banderas ó estilos pocos ortodoxos. No se perdonan las derrotas. El peronismo perdió la provincia de Santa Fe después de casi un cuarto de siglo en el poder, por no saber mirar más allá del propio horizonte, por no comprender que el aburguesamiento de las estructuras hicieron perder el sentido de la lucha, el sentido de la militancia, el sentido de la lealtad, el sentido de los trabajos de base en el territorio.
Los responsables no han comprendido que no sirve la libertad política para los que no tienen que comer, solo tiene valor para los teorizantes y los políticos ambiciosos. El país, la nación no será libre si un compatriota todavía este encadenado a la pobreza, a la marginalidad.
En este maremágnum de ideas, es necesario hacer silencio para encontrar el equilibrio. Reencontrarse con la esencia, y en este sentido que Eva Perón fue muy clara “El peronismo no se aprende ni se proclama, se comprende y se siente ha dicho Perón. Por eso es convicción y fe. Es convicción porque nace y se nutre en el análisis de los hechos, en la razón de sus causas y de sus consecuencias. Tiene el empuje y la dinámica de la historia en marcha. Es la conciencia hecha justicia que reclama la humanidad de nuestros días. Es trabajo, es sacrificio y es amor, amor al prójimo. Es la fe popular hecha partido en torno a una causa de esperanza que faltaba en la Patria y que hoy proclama el pueblo en mil voces distintas en procura de una libertad efectiva nunca alcanzada, a pesar del dolor y del esfuerzo de este glorioso pueblo de descamisados.
¿Como las mujeres argentinas podrían desertar de esta causa de todos? En la lucha todos tenemos un puesto y esta es una lucha abierta por el ser o no ser de la Argentina. Luchamos por la independencia y la soberanía de la Patria, por la dignidad de nuestros hijos y de nuestros padres, por el honor de una bandera y por la felicidad del pueblo escarnecido y sacrificado en aras de una avaricia y un egoísmo que no nos han traído sino dolores y luchas estériles y destructivas. Si el pueblo fuera feliz y la Patria grande, ser peronista sería un derecho; en nuestros días, ser peronista es un deber”
Lealtad y militancia es el camino.
Como decía el post de Manuk después esta el vacío. No hay otro ni habrá otros. Y tampoco olvidarse que como decía J. W. Cooke “… por otra parte hay dos clases de lealtad, los que son leales de corazón al movimiento y los que son leales cuando no les conviene ser desleales. Con ambos hay que contar: usando a los primeros sin reservas y utilizando a los segundos, a condición de colocarlos en una situación en la que no les convenga defeccionar. Al final, no hay hombres buenos ni malos, más bien todo depende de las circunstancias, aunque para conducir es siempre mejor pensar que muchos son malos y mentirosos”
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