LA GLOBALIZACION DE LA CRISIS FINANCIERA

TANTO LOS TERREMOTOS COMO LAS CRISIS FINANCIERAS PRODUCEN INFORMACIÓN QUE DE OTRA MANERA NO CONOCERÍAMOS. MIENTRAS QUE LOS SISMOS ARROJAN IMPORTANTES DATOS SOBRE LAS FALLAS GEOLOGICAS DE NUESTRO PLANETA, LOS CRASH FINANCIEROS REVELAN FALLAS EN LAS QUE ESTA ASENTADA LA ECONOMIA DE UN PAIS O COMO SUCEDE AHORA LA DEL MUNDO ENTERO. DESGRACIADAMENTE TANTO LA INFORMACION GEOLOGICA COMO LA FINANCIERA QUE PRODUCEN ESTOS ACCIDENTES VIENEN ACOMPAÑADAS DE ENORME SUFRIMIENTO HUMANO.

 

La curtiembre mayor de Las Toscas, ha comenzado el llamado procedimiento preventivo de crisis ante el Ministerio de Trabajo de la Provincia de Santa Fe a fin de evitar mediante este mecanismo una ruptura de sus costos peor a la que ya tiene. La crisis de los mercados en todo el mundo ha provocado un efecto dominó en las finanzas de todos los países; con impacto dispares según la contextura financiera/estructural de cada país, pero con medidas de protección más o menos iguales en todos. Brasil, por ejemplo ha devaluado su moneda con relación al dólar para proteger su canasta de reservas internacionales. Nosotros todavía no lo hemos hecho porque estamos esperando que la tormenta toque piso. El problema es que no se sabe cuando tocará piso.

 

En situaciones como ésta, cada uno de los actores económicos toma sus reservas a fin de proteger sus empresas. Arlei ha perdido al menos por el momento uno de los más grandes compradores de terminados. El comprador asiático le llevaba casi el 33% de su producción. La suspensión de los contratos ha provocado que la misma tomara una serie de medidas de tipo proteccionista: reducción de jornada laboral para los permanentes, (un combo de suspensión y vacaciones anticipadas básico para que no se queden sin moneda), dos turnos de 8 horas de producción y caída de los eventuales es decir del 100% de la mano de obra captada vía agencias de trabajo.

 

De 9 mil cueros procesados por día, la empresa está por debajo del 50% de producción. Se trata entonces de financiar un potencial quebranto o al menos la deseconomia de infraestructura que provoca esta caída de los contratos.

 

La debacle tiene un importante efecto dominó para toda la escala que se mueve por efecto multiplicador: caída del consumo por que cada agente sabe que sus fondos son limitados en el tiempo y por lo tanto lo cuidan. Por otro lado, más allá que la empresa trate de rotar a sus trabajadores permanentes, la incertidumbre navega todos los días en los operarios vacacionados; en la empresa tratando de armar un esquema que no se desplome en quebranto definitivo.

 

Lamentablemente ni los especialistas más importantes del mundo saben cuándo terminará la crisis financiera. Lo sucedido en esta semana de pánico económico está reclamando un esfuerzo internacional concertado, que empezó ayer con las decisiones adoptadas por el G7.

Ahora bien, como se produce o como se origina esta tormenta financiera en todos los mercados del mundo. Previo a ello, es bueno recordar la gran depresión del año 1929. En particular la evidencia de que la contracción monetaria fue una causa de la Gran Depresión. La pregunta sería, ¿estamos hoy en el mismo punto que 1929?

 

CRISIS FINANCIERA MUNDIAL

El Grupo de los Siete (G-7) países más industrializados (EE UU, Canadá, Japón, Reino Unido, Alemania, Francia e Italia), que se ha reunido en Washington para estudiar cómo frenar el pánico en los mercados en medio de una crisis financiera sin precedentes, ha anunciado un plan de acción en cinco puntos que incluye el uso de "todas las herramientas disponibles" para evitar la quiebra de bancos importantes. La situación actual demanda una acción urgente y excepcional, adoptando medidas decisivas y utilizar todas las herramientas disponibles para sostener a las instituciones financieras de importancia para todo el sistema financiero y evitar su colapso. Las siete naciones también prometen "tomar todos los pasos necesarios" para hacer que fluya de nuevo el crédito y funcionen los mercados monetarios, de forma que los bancos tengan un acceso "amplio" a financiación. Se están aplicando recetas conocidas por nuestras latitudes desde hace tiempo, precisamente para sostener las economías emergentes. El tercer punto del programa establece que los Gobiernos se asegurarán de que los bancos puedan obtener suficiente capital de fuentes públicas y privadas para restablecer la confianza y poder prestar a consumidores y empresas. La cuarta medida consiste en asegurar que las garantías de los depósitos sean "robustas y consistentes".

 

Por último, el G-7 se compromete a "tomar medidas, si es apropiado, para reactivar los mercados secundarios de hipotecas y otros activos titulizados". El comunicado conjunto enfatiza que el plan debe proteger al contribuyente y evitar efectos perjudiciales potenciales en otros países. También indica que los miembros "usarán las herramientas de política macroeconómica cuando sea necesario y apropiado". El Fondo Monetario Internacional (a rio revuelto ganancia de pescador) tiene casi 250.000 millones de dólares en reservas disponibles inmediatamente para dar préstamos de emergencia a las naciones en peligro.

 

DINERO GLOBAL y POLITICAS LOCALES

Una de las fallas más importantes que revela de manera dramática la actual crisis es la de un enorme sistema financiero mundial que descansa sobre débiles pilares locales. Mientras el dinero viaja por el mundo a la velocidad de la luz disparado con un simple tecleo en un ordenador, los entes públicos encargados de regular los flujos monetarios y las instituciones financieras deben operar dentro de rígidas fronteras nacionales. Más aún, las decisiones necesarias para enfrentar las crisis de esta magnitud trascienden a los entes gubernamentales que regulan al sistema financiero y deben ser tomadas al más alto nivel político por funcionarios electos cuyo principal incentivo es retener el apoyo de sus votantes. Y como bien sabemos, la política es siempre local. Así es como los requisitos impuestos por un sistema financiero globalizado chocan con las realidades de políticos que responden a las exigencias de sus electores locales.

Esta asimetría entre el dinero global y la política local explica por ejemplo, las respuestas a la crisis. Estas respuestas han pasado por tres etapas. Primero fue la negación: "Es una crisis estadounidense que no tiene por qué afectarnos", aseguraban los líderes europeos. La segunda etapa fue la de sálvese quien pueda. Al ver que la crisis los estaba afectando, cada país tomó medidas de manera aislada y sin consultar o preocuparse por las consecuencias que tendría para los demás. Irlanda encabezó la estampida al garantizar los depósitos en sus principales bancos por dos años -lo cual disparó respuestas parecidas en otros países-. Y finalmente la tercera etapa: solos no podemos. Es la etapa donde domina la convicción de que esto es grande y grave, que le vamos a tener que meter mucho dinero y que por ello es mejor trabajar juntos.

 

Esta nueva disposición a la colaboración y la coordinación de respuestas tuvo una importante manifestación en los recortes a los tipos de interés que hizo el Banco Central Europeo en sincronización con sus equivalentes en Estados Unidos, China y otros países. Esta buena noticia, sin embargo, confirma las tensiones entre el dinero global y la política local. No es por casualidad que los bancos centrales fueron quienes más rápidamente coordinaron sus actuaciones: están diseñados para que puedan tomar decisiones sin demasiadas interferencias políticas.

La situación es muy distinta y menos cómoda para los jefes de Estado y ministros de Hacienda que ahora se ven enfrentados a dedicar inmensos fondos públicos para salvar bancos, proteger los depósitos, evitar que fracasen más instituciones financieras y evitar el pánico. Lo más difícil que deben hacer, y muy pronto, es desbloquear el crédito. Como los bancos -ni nadie- ahora saben cuánto valen las propiedades o a cuánto ascienden las deudas de los otros bancos o empresas a quienes solían prestar y como no saben si deberán enfrentar una situación que los deje a ellos mismos sin liquidez escogen no prestarle nada a nadie.

 

Y si nadie presta, la economía se tranca. La solución estadounidense fue la de crear un gigantesco fondo con dinero público para comprar los pasivos tóxicos de los bancos con la esperanza de que al deslastrarlos de estas cargas retomarán su actividad crediticia. El enfoque inglés, en cambio, ha sido el de suministrar fondos públicos directamente al capital de los bancos privados, garantizar los prestamos que los bancos se hacen entre sí y además de darle una gran inyección de liquidez al sistema financiero. ¿Y el enfoque europeo? Se convocan reuniones para decidir cómo y cuánto intervenir y cómo hacerlo de manera coordinada. De nuevo, los cálculos nacionales complican la respuesta del continente. Además, la eurozona aún no ha integrado sus sistemas de regulación de bancos y otros entes financieros, lo cual contrasta con la profunda integración financiera que ha llevado a cabo su sector privado. Si la Unión Europea no logra responder a esta crisis con un enfoque conjunto es muy probable que algunas de las barreras internas que se habían logrado desmontar vuelvan a aparecer a dicho Joaquín Almunia, el comisario europeo para Asuntos Económicos y Monetarios, no duda de que éste es un momento definitorio

 

SOLUCIONES COORDINADAS

 

La evolución de los mercados bursátiles de la última semana es sólo el reflejo de las dos características básicas que definen la actual crisis financiera: la enorme importancia del sistema financiero en la economía mundial, y el carácter global de esta crisis. Si en un primer momento su origen estuvo asociado a la situación del mercado hipotecario y financiero estadounidense, la fuerte interrelación entre los distintos mercados ha provocado que su impacto se extienda al resto de economías. Muestra de ello es que el saldo vivo de contratos financieros que están garantizando riesgo de crédito en el mundo supone casi 10 veces el PIB mundial, y los activos y pasivos en el extranjero en las economías avanzadas son cinco veces su PIB.

 

Son tres los ámbitos en los que los Gobiernos están aprobando medidas de intervención pública. En primer lugar, articulan medidas dirigidas a garantizar la liquidez en el sistema en su doble vertiente: generando confianza en la estabilidad de los depósitos bancarios, y articulando esquemas de inyección de liquidez, como el aprobado por el Gobierno de España esta semana. En segundo lugar, están las medidas para reducir el enorme apalancamiento del sistema, bien mediante la compra de activos por parte del sector público, con el objetivo de establecer un suelo en el valor de los activos, o bien recapitalizando las entidades financieras, lo que actualmente resulta impensable desde el sector privado y por ello resulta nuevamente necesaria la intervención pública, tal y como ha puesto de manifiesto la iniciativa británica. Obviamente, cualquiera de las dos medidas, deberá realizarse con las suficientes condiciones y garantías para evitar que se conviertan en una mera transferencia de fondos sin retorno. Ambas iniciativas pueden ser condiciones necesarias para lograr la estabilidad del sistema, pero, en algunos casos, no son suficientes. Incluso generando una mayor confianza y garantizando liquidez, es posible que el impacto no se transmita a los agentes económicos, en cuyo caso sólo queda canalizar directamente financiación a las empresas, como ha puesto de manifiesto también esta semana el plan de compra de pagarés anunciado por la Reserva Federal.

Finalmente, en el extremo, si el deterioro de la solvencia del sistema acabara afectando al sector público (como ya ha ocurrido en Islandia y, en menor medida, en el Estado de California), se podría aumentar el balance monetario de la economía, lo que permitiría corregir parcialmente el valor de los activos y así paliar el sobreendeudamiento existente. Esta última decisión es la que Japón no adoptó en su momento, pudiendo ser una de las causas de la parálisis deflacionista en la que lleva inmersa esta economía durante más de 15 años.

Las consecuencias que la crisis actual puede tener sobre el crecimiento económico mundial requieren, sin lugar a dudas, acciones excepcionales y coordinadas.

¿SOBREVIVIREMOS AL HURACAN FINANCIERO?

 

Se cumple un mes desde que el gigante financiero estadounidense Lehman Brothers anunciara que se enfrentaba a una inminente quiebra, un hecho que evaporó la poca confianza que quedaba en los mercados. Tras los nubarrones que arrecian a las economías desde que hace un año estallara la crisis de las hipotecas basura, ha llegado un huracán financiero internacional que ha sobrecogido al mundo entero. Wall Street y el resto de mercados sufrieron los pasados días un desplome histórico, con caídas semanales superiores a las de la Gran Depresión de 1929 y el crash de 1987.

 

Muchos expertos mantienen que la tormenta no ha hecho más que comenzar. A pesar de las medidas que los Gobiernos de los diferentes países se han sacado de la manga para capear el temporal, vaticinan que aún quedan meses de tempestad. El reciente informe del Fondo Monetario Internacional ha asegurado que los primeros síntomas de reanimación serán patentes durante el último trimestre de 2009.

 

La economía globalizada ha experimentado un frenazo durante 2008. La falta de liquidez en los bancos ha hecho retroceder el mercado inmobiliario y ha provocado un aumento de la morosidad. El panorama se completa con un aumento del desempleo y una caída de la actividad económica.

Los inversores locales, los ahorristas, requieren medidas que aseguren sus inversiones. Los gobiernos más afectados -europeos sobre todo- introducen así dosis de seguridad en un mercado que ha demostrado su nerviosismo. La medida no pretende resolver los problemas de solvencia de los bancos, sino garantizar la liquidez a empresas y ciudadanos.

Las últimas medidas de revitalización anunciadas en cascada por los países europeos y Estados Unidos no parecen haber refrigerado la situación económica. Tras la aprobación definitiva del ambicioso plan estadounidense, valorado en 700.000 millones de dólares (más de medio billón de euros), las Bolsas reaccionaron con euforia al conocer el plan.

Pero, ¿dónde está el dinero que se ha esfumado del sistema financiero por la crisis? Es la respuesta que todos los analistas quisieran conocer. La madeja de productos financieros contaminados ha funcionado como una bola de nieve. Se ha llevado por delante múltiples productos financieros, cuyo reflejo está pasando de los apuntes contables de los grandes bancos a los ciudadanos. Los fondos que aún no se han visto afectados por el terremoto financiero están abandonando las Bolsas para refugiarse en valores más seguros como bonos públicos.

¿Dónde se refugia el dinero que sale de las Bolsas? Los inversores buscan valores seguros en tiempos de crisis. Cuando la tormenta financiera arrecia, conservar el valor de las inversiones es un alivio. La Deuda Pública y los metales preciosos (oro y plata) son valores se han apreciado hasta un 20%. La rentabilidad del bono alemán es un activo refugio por excelencia en tiempos de incertidumbre.

JUNTOS COMO HERMANOS EN DESGRACIA

El G-20, un organismo que agrupa a países avanzados y naciones en desarrollo, además de EEUU y Brasil integran el Grupo la Unión Europea, Canadá, Japón, Alemania, Reino Unido, Italia, Francia, del lado de los países desarrollados. Por parte de los emergentes están Corea del Sur, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, Arabia Saudí, Suráfrica, Turquía y Rusia,  se ha comprometido en una reunión convocado de urgencia por el secretario del Tesoro norteamericano, Henry Paulson, en una de las sedes del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington a utilizar "todas las herramientas" financieras y económicas para asegurar la estabilidad y buen funcionamiento de los mercados.

El ministro de Economía argentino participó de la reunión del G-20 en el que se le dio un enérgico respaldo a las acciones conjuntas para superar la emergencia financiera. Junto al Ministro, estuvieron presentes el secretario de Finanzas, Hernán Lorenzino, el presidente del Banco Central (BCRA), Martín Redrado, el gerente general del BCRA Carlos Pérez y su director Arnaldo Bocco. Los países emergentes plantearon una situación, de una economía macro sana, de superávit fiscal, con reservas, con superávit comercial; siendo pioneros en el modelo (de salvataje), con lo cual está mucho mejor preparada, no sólo Argentina sino también la región

¿Y NOSOTROS?

La Presidente CFK por la crisis, ordenó se impulsan fuertes controles a las importaciones para cuidar el empleo local. El objetivo es proteger la industria contra una eventual avalancha de productos extranjeros, en medio del tsunami financiero internacional. Buscan coordinar medidas de protección con el resto de los países del Mercosur. En la administración nacional se prendió la alarma ante la posibilidad de que la baja en el consumo de esos países determine una política agresiva para vender los productos que no pueden colocar en los tradicionales mercados en los países llamados emergentes.

De acuerdo a la información difundida por el diario Clarín, en primer lugar se sigue la evolución de China, pero también de Taiwán, Corea del Sur y los Estados Unidos. El objetivo es coordinar con Brasil y los demás socios del Mercosur, las políticas arancelarias para evitar una avalancha de productos (escenario igual a la desregulación de Menem) que podría derivar en despidos en las empresas. Se dará seguramente, un combo de decisiones. Existe la intensión de acordar con los empresarios para mantener los puestos de trabajo congelando al mismo tiempo los reclamos salariales.

Las medidas se habrían definido luego de conocerse casos de empresas que quieren introducir al país productos a precios inferiores a los que tienen en sus propios países de origen, como zapatillas a apenas 0,50 dólares. En ese sentido, se supo que se propondrá reforzar las barreras comerciales del Mercosur y subir aranceles externos para encarecer los productos de otras regiones. 

Creo que todos los economistas coinciden en lo que debe hacerse, a:

  1. Cuidar el superávit fiscal, cuidando la expansión del gasto público, porque va a ver una contracción de los ingresos de exportaciones vía retenciones.
  2. Vigilar las reservas del Banco Central, lo que implica mantener la voluntad de pago de la deuda del Club de París, pero negociando los tiempos.
  3. A mediano plazo será necesaria una reforma tributaria más progresiva, y dentro de ella la reforma al sistema de coparticipación de impuestos que le dé a las provincias fondos adecuados para los servicios que tienen que brindar y luego a los municipios, quienes son al fin los que contienen socialmente a los sectores vulnerables.
  4. Es clave la confianza en el peso. Hay que dejar que la moneda doméstica siga recuperando valor, dando señales que el dólar no irá más allá de lo que está.
  5. Cuidar especialmente los sectores sociales más vulnerables que serán los primeros afectados, respaldando al sector productivo e industrial para la actividad continúe sin recortar empleo.

 

Una acción internacional solidaria no es sencilla pero, a esta altura de las cosas, sí deseable. En los años 90 Peter Drucker -uno de los gurúes del liberalismo- invitaba a abandonar el precepto de que la propia salvación dependía de la del conjunto. Quizá haya que volver a aprenderla.

 

Parece ser que el liberalismo esta redescubriendo la solidaridad. Lo sucedido en esta semana de pánico económico está reclamando un esfuerzo internacional concertado, que empezó con las decisiones adoptadas por el G7.

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