PAISES RICOS Y PAISES POBRES

Hace poco recibí un mail donde destacaban las bondades de Suiza en cuanto a su crecimiento económico, a su crecimiento social, a la estabilidad que vive y que trasmite. El título era LA DIFERENCIA ENTRE PAÍSES POBRES Y RICOS NO ES LA EDAD DEL PAÍS. Tal vez muchos lo recibieron, pero esta vez propongo analizar nuestra realidad como región, provincia o país emergente en pos de una vuelta de hoja al crecimiento, a la seguridad, entre otras cosas.

Es cierto que la diferencia no es la edad del país, aunque muchos sostienen que los integrantes del grupo de los 8 o países casi desarrollados llevan años de práctica y por conclusión llegan al crecimiento. Esto puede ser demostrado con países como India y Egipto que tienen más de 2000 años y son pobres; por otra lado Canadá, Australia y Nueva Zelanda que hace 150 años eran inexpresivos, hoy son países desarrollados y ricos. La diferencia entre países pobres y ricos tampoco reside en los recursos naturales disponibles.

Japón posee un territorio limitado, 80% montañoso, inadecuado para la agricultura y la cría de ganado, pero es la segunda economía mundial. Japón es como una inmensa fábrica flotante, importando materia prima de todo el mundo y exportando productos manufacturados.

Otro ejemplo es Suiza, que no cosecha cacao, pero tiene el mejor chocolate del mundo; en su pequeño territorio cría animales y cultiva el suelo durante apenas cuatro meses al año, no obstante fabrica lácteos de la mejor calidad. Es un país pequeño que da imagen de seguridad, orden y trabajo por lo que se transformó en la caja fuerte del mundo. Ejecutivos de países ricos que se relacionan con sus pares de países pobres, muestran que no hay diferencia intelectual significativa. La raza o el color de la piel, tampoco son importantes: inmigrantes rotulados de peligrosos en sus países de origen son la fuerza productiva de países ricos europeos.

¿Cuál es entonces la diferencia? Está en el nivel de conciencia del pueblo, de su espíritu. La evolución de la conciencia debe constituirse en el objetivo mayor del estado en todos sus niveles de poder. Bienes y servicios son apenas medios. La educación (para la vida) y la cultura a lo largo de los años, debe plasmar conciencia colectiva estructurada en valores eternos de la sociedad: moralidad, espiritualidad y ética.

En síntesis, transformemos la conciencia de los latinoamericanos, de los argentinos, de los santafesinos. El proceso debe tener inicio en las comunidades donde vive y convive el ciudadano; comunidades cuando organizadas políticamente (asociaciones, instituciones intermedias, ONGs) se tornan en micro-estados. Las transformaciones deseadas por la nación para el estado serán realizadas en ese micro-estado y así confirmar la física cuántica.

Al analizar la conducta de las personas en los países ricos y desarrollados, constatamos que la gran mayoría adoptando el paradigma cuántico, prevaleciendo el espíritu sobre la materia, adoptan los siguientes principios de vida:

1. La ética como principio básico.

2. Integridad.

3. Responsabilidad.

4. Respeto por las leyes y reglamentos.

5. Respeto por el derecho de los demás ciudadanos.

6. Amor por el trabajo.

7. Esfuerzo por la inversión.

8. Deseos de superación.

9. Puntualidad.

La preocupación de todos debe ser para la sociedad la causa, y no apenas con la clase política, el triste efecto. Solo así cambiaremos nuestra Argentina, nuestra invencible provincia de Santa Fe de hoy.

Reflexionemos lo que dijo Martin Luther King “lo que más preocupa no es el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin carácter, de los sin ética, lo que más preocupa es el silencio de los buenos

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