Pedigree
Quiénes son y de dónde vienen estos señores de voz impostada, cabellos lustrosos y cepillados y atuendo con impronta gaucha, como usar chambergos aludos, ponchos de vicuña, botas media caña o alpargatas de carpincho.
Algunos pocos son los históricos apropiadores de las tierras usurpadas al indio durante los siglos XVII, XVIII y XIX. Son los portadores de doble apellido que señalan lugares, calles y plazas de las ciudades argentinas. Muchos tienen estatuas de negro bronce.
Pero estas gentes no trabajan los campos: un buen administrador y algunos puesteros bastan para atender la producción ganadera. Si no, como en la agricultura, alquilan los campos a los productores de soja (ambas actividades generan escasa mano de obra). En pocas palabras, de la vieja oligarquía terrateniente apenas quedan algunos viejos padres rentistas e hijos abogados o contadores.
Los ahora “pools de siembra” conformaron grupos financieros que fueron constituidos en gran medida por productores que alquilaron campos a los medianos y pequeños productores (entre estos últimos debemos recordar las 100.000 familias endeudadas, despojadas y expulsadas de sus tierras en la década de los ’90). De esta manera la “gente del campo”, antes enfrentada como en el Grito de Alcorta a principios del siglo XX, pasó a ser socia o aliada, al compartir intereses económicos comunes.
Quizá por eso, en la feria rural también vemos señores de bombacha y campera, zapatos italianos y un solo apellido.
En resumen, la polémica en torno de las retenciones a las exportaciones de soja es un asunto de plata. La puja es quién se queda con los u$s 15.000 millones de las retenciones: pueblo y Gobierno o patronales del campo. La falta de gestión y estrategia dejó cercada la posibilidad de discutir en otro plano para desarmar la ofensiva rural. Otra sería la cuestión si en lugar de polemizar la renta se hubiera puesto en agenda la matriz de un modelo productivo donde el campo es una parte del todo.
“Capaz que la reclaman para que el Estado no la malgaste y entonces se pueda hacer algo con la pobreza”, dijo un paisano distraído y pobre de pilchas, mientras acomodaba el apero sobre un alazán malacara.
Por eso los trabajadores tenemos sobrados motivos para sospechar que la plata de las retenciones en disputa pueda terminar en la tesorería de las 600 empresas sojeras y aceiteras.
Nos preguntamos por qué habría de ser de otra manera, si en tiempos del ministro Alfredo Martínez de Hoz los que sobreexplotaban a los asalariados, perseguían la actividad sindical, evadían impuestos, contrabandeaban producción al exterior, instalaban puertos privados violando leyes vigentes, contribuían a la destrucción de la marina mercante y la flota fluvial, de la Junta Nacional de Granos y su similar de la carne, jaqueaban la banca nacional y hasta eliminaron el ente asegurador, eran quienes formaban las mismas empresas u otras iguales, antes conocidas como la “patria contratista” y hoy como la “patria sojera”.
¿Les alcanzará a estos señores con vivar a la patria y evocar algunos próceres republicanos de los albores de la nación para borrar tanta ignominia, tanta mentira, tanta sangre derramada?
En esta línea de razonamiento podemos decir cuán calculado y oportuno fue el conclave de la Fundación Libertad en la ciudad de Rosario en el 2008, cuando señores como Vargas Llosa, el mexicano Fox, Macri y López Murphy, el español Aznar y la derecha latinoamericana más graneada, reflexionaba y recomendaba acerca de los peligros que encarnaban para la libertad y la democracia los gobiernos “populistas” de Chávez, Evo Morales y Cristina Kirchner…
Bajo ese clima, las patronales ruralistas, incluyendo la Federación Agraria, arremetían de hecho contra el gobierno legítimo elegido en elecciones por la mayoría del electorado, con claras intenciones destituyentes y ratificadas tiempo después en boca de los propios dirigentes.
El desgaste que ocasionaron los piquetes en las rutas y el terrorismo mediático los obligó a un cambio de estrategia, trastrocando las voces alarmistas en una campaña política a favor de la oposición. Surgen De Narváez y Reutemann como emergentes de la etapa y Macri con la imagen deteriorada que por mala gestión redundó en pérdida de votos.
El terreno en disputa es ahora el Congreso y el horizonte de la resolución del conflicto, las elecciones del 2011. Pudo ser como el golpe en Honduras, o como Bolivia, o como cualquier país donde los pueblos ceden la representación de sus intereses a las “fórmulas” de los poderosos de turno.
Nos vemos
Fuente: BAE
Algunos pocos son los históricos apropiadores de las tierras usurpadas al indio durante los siglos XVII, XVIII y XIX. Son los portadores de doble apellido que señalan lugares, calles y plazas de las ciudades argentinas. Muchos tienen estatuas de negro bronce.
Pero estas gentes no trabajan los campos: un buen administrador y algunos puesteros bastan para atender la producción ganadera. Si no, como en la agricultura, alquilan los campos a los productores de soja (ambas actividades generan escasa mano de obra). En pocas palabras, de la vieja oligarquía terrateniente apenas quedan algunos viejos padres rentistas e hijos abogados o contadores.
Los ahora “pools de siembra” conformaron grupos financieros que fueron constituidos en gran medida por productores que alquilaron campos a los medianos y pequeños productores (entre estos últimos debemos recordar las 100.000 familias endeudadas, despojadas y expulsadas de sus tierras en la década de los ’90). De esta manera la “gente del campo”, antes enfrentada como en el Grito de Alcorta a principios del siglo XX, pasó a ser socia o aliada, al compartir intereses económicos comunes.
Quizá por eso, en la feria rural también vemos señores de bombacha y campera, zapatos italianos y un solo apellido.
En resumen, la polémica en torno de las retenciones a las exportaciones de soja es un asunto de plata. La puja es quién se queda con los u$s 15.000 millones de las retenciones: pueblo y Gobierno o patronales del campo. La falta de gestión y estrategia dejó cercada la posibilidad de discutir en otro plano para desarmar la ofensiva rural. Otra sería la cuestión si en lugar de polemizar la renta se hubiera puesto en agenda la matriz de un modelo productivo donde el campo es una parte del todo.
“Capaz que la reclaman para que el Estado no la malgaste y entonces se pueda hacer algo con la pobreza”, dijo un paisano distraído y pobre de pilchas, mientras acomodaba el apero sobre un alazán malacara.
Por eso los trabajadores tenemos sobrados motivos para sospechar que la plata de las retenciones en disputa pueda terminar en la tesorería de las 600 empresas sojeras y aceiteras.
Nos preguntamos por qué habría de ser de otra manera, si en tiempos del ministro Alfredo Martínez de Hoz los que sobreexplotaban a los asalariados, perseguían la actividad sindical, evadían impuestos, contrabandeaban producción al exterior, instalaban puertos privados violando leyes vigentes, contribuían a la destrucción de la marina mercante y la flota fluvial, de la Junta Nacional de Granos y su similar de la carne, jaqueaban la banca nacional y hasta eliminaron el ente asegurador, eran quienes formaban las mismas empresas u otras iguales, antes conocidas como la “patria contratista” y hoy como la “patria sojera”.
¿Les alcanzará a estos señores con vivar a la patria y evocar algunos próceres republicanos de los albores de la nación para borrar tanta ignominia, tanta mentira, tanta sangre derramada?
En esta línea de razonamiento podemos decir cuán calculado y oportuno fue el conclave de la Fundación Libertad en la ciudad de Rosario en el 2008, cuando señores como Vargas Llosa, el mexicano Fox, Macri y López Murphy, el español Aznar y la derecha latinoamericana más graneada, reflexionaba y recomendaba acerca de los peligros que encarnaban para la libertad y la democracia los gobiernos “populistas” de Chávez, Evo Morales y Cristina Kirchner…
Bajo ese clima, las patronales ruralistas, incluyendo la Federación Agraria, arremetían de hecho contra el gobierno legítimo elegido en elecciones por la mayoría del electorado, con claras intenciones destituyentes y ratificadas tiempo después en boca de los propios dirigentes.
El desgaste que ocasionaron los piquetes en las rutas y el terrorismo mediático los obligó a un cambio de estrategia, trastrocando las voces alarmistas en una campaña política a favor de la oposición. Surgen De Narváez y Reutemann como emergentes de la etapa y Macri con la imagen deteriorada que por mala gestión redundó en pérdida de votos.
El terreno en disputa es ahora el Congreso y el horizonte de la resolución del conflicto, las elecciones del 2011. Pudo ser como el golpe en Honduras, o como Bolivia, o como cualquier país donde los pueblos ceden la representación de sus intereses a las “fórmulas” de los poderosos de turno.
Nos vemos
Fuente: BAE
Comentarios
Otra cosa que me dá ya bronca y no gracia es que esos expulsados de los 90 todos fundidos y debiendo a los bancos, les perdonaron las deudas y les dieron subsidios y ahora nos escupen en la cara. o no?
Ahora voy a decir algo controvertido pero...mire cuando pase un poco más el tiempo vamos a ver si verdaderamente ese discurso de todo en los noventa se hizo mal, es taannnn cierto.
Este es un buen ejemplo, los tipos fundidos a los que se les levantó el trasero y ahora denigran al pueblo y se olvidan que andaban llorando.
Otra para tirar porqué si, ya que me metí en algo que puede llegar a ser controversial. Que hubiese pasado hoy, si en estas condiciones no se hubiese quitado poder a las FFAA como se lo hizo en su momento?
para pensar.
Como siempre digo de usted aprendo mucho y me funciona como un disparador, cariños mery.
Mmmmmm... mi humilde opinión es que éso fue el disparador, pero duró una semana esa motivación. Ahora ya no quieren el mango, quieren la sartén, derecho viejo.