Aquelarre del peronismo libre

El Libro del Apocalipsis o Apocalipsis de Jesucristo, es el último de los libros bíblicos escrito por el apóstol Juan. Es la descripción triunfal de la nueva iglesia de Cristo; sin embargo el imaginario colectivo, le otorga un sentido destructivo y misterioso. Como un escenario del fin del mundo. Un escenario bélico como el de las películas Terminator. Y se hacen escritos desde esta perspectiva para profundizar los disensos, o justificar los atentados intelectuales.

El aquelarre destituyente lo hace. Pero realiza en el planteo -como en un brote hitleriano- la preeminencia de una raza superior; así lo planteábamos en el post anterior "El destino final de una Argentina próspera y feliz, requiere simultáneamente el aval y sostén de las grandes mayorías y el gobierno de la estricta modernidad del liberalismo". La imaginación es fértil y destructiva, como la computadora de Matrix genera un escenario de abismos y agonía para Argentina.

La serie las viudas de Menem recargadas que venimos publicando, tiene la finalidad de exponer pensamientos desestabilizantes de lo que se da en llamar el peronismo liberal, una simbiosis que es definida como una fértil asociación del peronismo doctrinariamente nacionalista, continentalista y universalista con el liberalismo globalizador.

El escrito La Agonía Argentina [1], hace una llamado casi histérico a lo que los oligarcas llaman el peronismo real, para reconstruir el poder de las minorías.

Cuando las rectificaciones a un rumbo nacional que nos lleva a la bancarrota y a la disolución no están en el objetivo del Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial pueden ser juzgados por el pueblo cuyos intereses representan como cómplices, si es que no actuasen con la severidad y energía que la situación nacional requiere. Tan responsables como el Poder Ejecutivo por el mal estado de la Nación y tan culpables como éste por lo que pudiera sobrevenir.

No basta con la actuación valiente y decidida de una jueza cuando otras dos quedan a mitad camino entre la solución total y la solución a medias. Tampoco es suficiente el juramento de las oposiciones unidas de actuar en conjunto para limitar al Poder Ejecutivo cuando de lo que se trata es de que el Poder Ejecutivo esté ejercido por personas honestas e idóneas, respetuosas además de las formas institucionales. Con el pretexto de que la oposición no puede tener, en su lucha contra el destructivo Poder Ejecutivo, los mismos malos modales institucionales, se somete a la Argentina y a los argentinos a la lenta agonía cuya hora final hacia finales de 2011 debería premiar el cristiano padecimiento con una resurrección institucional ya que no económica, porque para entonces es poco lo que quedará en pie.

¿Quién conduce esta sacrificada estrategia de la oposición? ¿Se trata de la generosa entrega republicana de líderes republicanos a ultranza o, una vez más, de pura especulación política? ¿Quién es hoy el enemigo de quién y quién el conveniente amigo del enemigo? Hay que volver a recordar la inteligente maniobra de los actuales ocupantes del Poder Ejecutivo, en enero de 2008, apenas ganado el segundo período presidencial, cuando decidieron ocupar también el partido político que habían despreciado por conservador y no izquierdista, un partido político del cual habían sido, además, echados por su fundador que les aclaró, en persona, aún vivo, que el peronismo no era socialista. En esa ocasión, ejecutaron un movimiento político que no sólo los beneficiaba sino que también extendía el beneficio a la oposición no peronista.

En efecto, con un Partido Justicialista ocupado por la izquierda, el peronismo real, no socialista y conservador, quedaría sin hogar, libre para engrosar las filas de otros partidos, mientras que el sello PJ, y el peronismo en general representados por una izquierda que volvía a decirse peronista, actuando y recordando lo peor del pasado, no dejarían de caer en la opinión pública, la cual, quizá y por fin, después de más de medio siglo de mayorías, abandonaría para siempre la ilusión peronista. Así, mientras la actual izquierda a cargo del PJ cumplía con su más modesto objetivo de bloquear a su enemigo letal de siempre, el peronismo real no socialista, era a la vez consentida en su propósito por todos aquellos opositores al peronismo real, siempre temerosos de su potencial electoral.

Esa pinza para la eliminación del peronismo real, cara a los antiguos oídos “gorilas”, ya de origen radical o liberal, y fundamentalmente útil para todas las social-democracias que aún se creen una solución fundante y duradera, podría ser, después de todo, nada más que la historia argentina siguiendo su curso y dejando atrás un movimiento significativo en su momento pero hoy acabado. Sin embrago, también podría ser lo que la realidad política argentina muestra que es: un mal cálculo político, pensado que la Argentina está sólo destruida por su escaso republicanismo, y no por el abandono de las políticas económicas liberales que la reintrodujeron en su camino de grandeza en los 90. El mal cálculo político que tolera que, por ejemplo, nadie reclame al Poder Judicial por su extraordinaria permisividad con la ocupación ilegal del PJ por los Kirchner. Ocupación a reafirmarse en las próximas semanas, por otra parte.

Así, la realidad política que está por debajo de la actual agonía argentina no es sólo la deshonestidad e incompetencia del actual Poder Ejecutivo, sino el intento de bloqueo al peronismo real, compartido por el Poder Ejecutivo, parte del peronismo retrógrado y diferentes fragmentos de la oposición.

Hoy, sin un liderazgo contundente, fraccionado entre las personalidades de Peronismo Federal y sus adherentes, este peronismo real no tiene hogar, no está listo para competir en una interna en el PJ, tampoco listo para armar un partido nacional que sustituya a éste, y no puede expresarse como lo que es hoy en su médula: la mayor avanzada creativa para reorganizar la Argentina como una auténtica democracia federal, republicana, capitalista, progresista, continentalista y globalista.

Este peronismo en total sintonía con el liberalismo más libertario y globalista no ha nacido de un repollo, sino de un proceso de reafirmación de valores iniciado por Menem y Cavallo en los 90 y reasegurado luego por la contraria, el total fracaso de quienes, desde fines de 2001, volvieron atrás el reloj de la historia argentina. Es este peronismo el que obviamente encarna la oposición más intransigente al Poder Ejecutivo, el que más presión hace para que el Poder Judicial intervenga y el que no puede tomar las riendas en el Poder Legislativo, siendo permanentemente frenado por aquellos que con el pretexto de la prudencia sólo contribuyen a una agonía funcional a sus intereses políticos. Aquellos para quienes el falso peronismo que gobierna, en su caída, arrastraría a todo el peronismo, de una y para siempre. En la agonía, es difícil advertir que la solución está, hoy como ayer, en el centro exacto de lo que muchos consideran “el mal”. Un peronismo en versión aggiornada, iluminado por aquellos mismos que supo en sus inicios combatir, en esa larga deglución histórica que los movimientos revolucionarios están obligados a hacer para resumir el total de la experiencia nacional.

Este peronismo real expresa las esperanzas profundas de una nación desorientada en sus preferencias políticas pero firme en sus deseos de vida organizada, de libertad y prosperidad. Su demora en llegar al poder será la demora de la Argentina en volver a ser lo que fue, no hace cien años, sino hace apenas diez. La agonía de la Argentina, es la suya, y mientras algunos lo matan, deseándolo bien muerto, otros lo reviven, boca a boca, entendiendo que su suerte es, también, la de la Argentina.

Nos vemos, no sin antes recordar que estamos reconstruyendo un país devastado por un psicópata.


[1] Peronismo Libre
Imágen: Aquelarre, cuadro de Francisco Goya (Madrid).

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